Wednesday, December 05, 2012
Oficio de politico
Estación de paso
El oficio de político y el malestar con la política
Adrián Acosta Silva
Señales de Humo, Radio U. de G., 6 de diciembre, 2012.
La política siempre suele causar sensaciones encontradas entre los ciudadanos. El dicho común afirma que, en cosas de política y de religión, las personas nunca se ponen de acuerdo, pues casi siempre terminan en pleitos, discusiones y enconos de distinto grado y magnitud. Si a ello se agrega un contexto social y moral donde la política y los políticos suelen ser vistos como lo peor de los males imaginables, las cosas se ponen un poco más difíciles para quienes vemos a la política no como un mal inevitable o necesario, sino como la única herramienta que existe para tomar decisiones colectivas más o menos razonables.
Por supuesto, la política va ligada al poder. Y ese vínculo está en el fondo de las preocupaciones intelectuales, éticas y morales de los grandes escritores, desde Shakespeare a Miguel de Cervantes. Una mirada a Hamlet o a El Quijote, muestra como los asuntos políticos ocupan una parte central en sus escritos y preocupaciones. En ambos casos, la política y el poder encarnan en individuos específicos, en hombres con motivaciones, limitaciones e intereses diversos, que despliegan sus acciones en contextos determinados, con resultados muy variados, tomando siempre decisiones sin esperar moralejas.
El examen de estos fenómenos del poder y la política vistos a través de sus actores (los políticos profesionales) forma parte de un libro del conocido politólogo español Manuel Alcántara, titulado El oficio de político (Ed. Tecnos, Madrid, 2012), que fue presentado recientemente en la FIL de Guadalajara. El texto tiene, por lo menos, una par de cualidades destacadas. Por un lado, es un libro oportuno, pertinente, útil para tratar de comprender qué es la política y cómo son los políticos, en un tiempo donde, justamente, es notable una extendida sensación de malestar y desconfianza hacia la política y los políticos. Por otro lado, es un texto provocador, inteligente, que combina la erudición politológica con cierta sensibilidad literaria, una combinación poco frecuente cuando se examina el árido campo de la ciencia política, con su variada colección de hechos, datos, procesos y actores. Ambas cualidades, me parece, ofrecen tanto a los lectores especializados como a los no especializados, una mirada distinta a los enfoques tradicionales sobre los temas políticos.
El oficio de político es un libro que aparece en los tiempos del desencanto democrático. Y por ello es importante. Situado más allá del malestar con la política que se ha extendido en muchos países, y que tienen que ver con el déficit de representación política de las sociedades, el texto de Alcántara ofrece un recorrido intelectual sobre la figura de los políticos en el pensamiento clásico y contemporáneo, identificando las diversas dimensiones del “animal político”: desde los factores sociales e institucionales hasta los psicológicos, emocionales y mentales. Nunca como hoy la clase política, los políticos profesionales, se han constituido y consolidado como un grupo amplio pero heterogéneo, con autonomía e identidades propias, que se han dedicado profesionalmente a la política por diversas razones y motivaciones. Las viejas nociones de la política como virtud y fortuna de Maquiavelo, o de la política como “arte y artesanía” del politólogo Giandomenico Majone, desfilan a lo largo de este libro, lo cual no deja de ser una paradoja en tiempos en que la política y los políticos no gozan de una buena reputación.
Uno de los puntos importantes que, me parece, aporta el libro, es el origen y la trayectoria de los políticos, es decir, dónde y cómo deciden participar en la política, y cómo acumulan o desperdician su capital político a lo largo de sus trayectorias vitales. Según los datos que proporciona el texto, la mayor parte de los políticos latinoamericanos se forman en los partidos políticos, seguido de las organizaciones estudiantiles. Es decir, el partido y la organización estudiantil son las fuentes más importantes de socialización política de los individuos que conforman las élites políticas de la región. El análisis de las trayectorias de 18 destacados políticos latinoamericanos, entre los que se incluye al peruano Raúl Haya de la Torre, al brasileño Wilson Ferreira, a la nicaragüense Violeta Barrios, a la colombiana Ingrid Betancourt, o al mexicano Cuauhtémoc Cárdenas, ofrecen una mirada biográfica a los distintos tipos de liderazgo político que configuran las diversas trayectorias políticas en la región.
Por supuesto, como todo buen libro, hay más preguntas que respuestas en torno al oficio del político: ¿Qué determina el comportamiento de los políticos? ¿Las características de los individuos, o las determinaciones del sistema? ¿Tiene algo que ver el origen social de los individuos en sus trayectorias? ¿Persiste una noción roussoniana, en la opinión pública respecto de que las organizaciones corruptas terminan por corromper a individuos naturalmente bondadosos? O, por el contrario, ¿los individuos, como afirmó alguna vez el caudillo argentino Juan Domingo Perón, “son todos buenos, pero controlados son mejores”?. Esas preguntas aguardan aún buenas respuestas. Y en el libro de Alcántara, podemos explorar algunas de ellas, pertinentes para una zona social que no es, ni nunca ha sido, la región más trasparente.
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