Thursday, February 22, 2024
Relámpagos en el cielo digital
Diario de incertidumbres
Relámpagos en el cielo digital: el Manifiesto de Liubliana
Adrián Acosta Silva
(Campus Milenio, 22/02/2024)
https://suplementocampus.com/relampagos-en-el-cielo-digital-el-manifiesto-de-liubliana/
En octubre de 2023, en la Universidad de Ljubljana (Liubliana en español), un grupo diverso de intelectuales, académicos y pensadores europeos se reunieron para analizar el impacto de las redes sociales, la inteligencia artificial y la digitalización en la educación y la cultura occidental. Fundada en 1919, esa institución de educación superior es la universidad más antigua e importante de Eslovenia, heredera de los complejos procesos de unificación y separación del imperio austrohúngaro, luego de Yugoslavia y, finalmente, de su constitución como república independiente a raíz de la desaparición de la URSS y, posteriormente, de la sangrienta guerra de Los Balcanes ocurrida a finales del siglo pasado. Hoy, ese país es miembro de la Unión Europea.
Ubicada en la capital de Eslovenia, la Universidad de Liubliana representa el cruce de historias intelectuales y políticas significativas, y tal vez por eso fue seleccionada como el lugar apropiado para una reunión dedicada a tratar de comprender y alertar sobre las oportunidades, incertidumbres y riesgos de la incontenible ola de entusiasmos desbordados que acompaña a las nuevas tecnologías que seducen a funcionarios de gobierno, empresarios, directivos y académicos de campus universitarios y sus alrededores. De esa preocupación se derivó la decisión de promover un pronunciamiento público dirigido a repensar los significados e implicaciones de las innovaciones tecnológicas en los ámbitos de la educación y la cultura.
El “Manifiesto de Ljubljana” es el resultado de esa decisión (https://readingmanifesto.org/?lang=ca). Respaldado por las firmas de más de mil académicos, científicos e intelectuales de todo el mundo, el pronunciamiento expresa una crítica a los impactos negativos de las nuevas tecnologías en la formación del pensamiento crítico contemporáneo. Al igual que en el pasado reciente lo habían hecho pensadores como George Steiner, Susan Sontag, Umberto Eco, o Nuccio Ordine, el documento enfatiza la crítica a la banalización y trivialización de las formaciones intelectuales de las nuevas generaciones, y reclama la importancia de la lectura de textos largos y complejos frente a la cultura de la superficialidad y la urgencia que dictan los usos de las nuevas tecnologías.
La escritora canadiense Margaret Atwood, el filósofo eslovaco Slavoj Zizek, o el politólogo catalán Joan Subirats (exministro de universidades del gobierno español), aparecen entre los firmantes del Manifiesto. El argumento central del pronunciamiento es rescatar el valor de “la atención, la paciencia intelectual y el pensamiento profundo” que se derivan de la lectura de libros clásicos y contemporáneos relacionados con esos valores. Para los firmantes, la digitalización de la formación intelectual y profesional de las nuevas generaciones tiene o puede tener efectos negativos en el desarrollo del pensamiento crítico, la reflexión cuidadosa, la comprensión de la complejidad del presente y el pasado de las diversas disciplinas y campos del conocimiento.
El pronunciamiento en sí mismo es un testimonio de nuestra época, donde la tiranía del pensamiento útil se impone sobre la necesidad del pensamiento profundo. Las prácticas de digitalización de la información y la ciencia de datos oscurecen a menudo la capacidad de cuestionar hechos, acontecimientos y procesos de suyo complejos, y simplifican en ocasiones al absurdo las posibilidades de la curiosidad, la intuición y de la duda metódica que están en la base del pensamiento significativo. Justo por ello, son pertinentes las llamadas de atención contra los efectos perniciosos e inclusive catastróficos de las innovaciones en la educación y en la cultura.
El Manifiesto representa no sólo un posicionamiento intelectual frente al predominio de los fuegos artificiales que promocionan las grandes empresas tecnológicas a través de nuevas plataformas, dispositivos y productos de innovaciones incrementales o disruptivas dirigidas al consumo masivo de mercancías digitales. En realidad, es también un reclamo político a gobiernos y universidades por la defensa del poder de la literatura y las artes para entender la complejidad de los cruces de los ríos mansos y salvajes de la experiencia humana, un acto de resistencia contra el poder de la robotización que penetra en muchos ámbitos de la vida pública y privada. No se trata de un nuevo episodio de las luchas entre tradición y cambio, protagonizadas por conservadores y revolucionarios, por activistas de causas rivales. Se trata del reconocimiento del papel que tienen las escuelas y universidades como espacios públicos en la formación del pensamiento crítico, donde las humanidades, la literatura o las artes contribuyen a la ampliación de las capacidades comprensivas de las tensiones y dilemas de la vida en sociedad.
Ese es el sentido profundo de la declaración de Liubliana y de otras similares que han surgido en el contexto del espectáculo de la innovación en la educación y la cultura. Son relámpagos que iluminan las zonas oscuras del reino de los cielos de la digitalización en las sociedades contemporáneas. El cielo digital no es un cielo vacío. Está habitado por nubes, algoritmos, plataformas y demás hechuras de inteligencia artificial que han dado paso a un nuevo fetichismo tecnológico. Frente al reduccionismo que impone el neo-utilitarismo en la formación de las nuevas generaciones, se formula con energía la defensa del pensamiento pausado, complejo y profundo que sugiere la práctica lectora en las escuelas primarias y en los campus universitarios. En otras palabras, es una apuesta por conciliar las habilidades digitales del presente y del futuro con el reconocimiento del saber clásico y contemporáneo.
Quizá sea una labor imposible, una resistencia simbólica frente al dominio abrumador de las narrativas digitales. En tiempos donde la gestión de la información y el conocimiento se coloca en el centro de la ola digital, en que la velocidad, la eficiencia y la distracción dominan la racionalidad comunicativa, los llamados a reconocer los límites y efectos no deseados del espectáculo de las innovaciones en el vaciamiento cultural de la formación intelectual constituye una preocupación legítima en defensa de las tradiciones lectoras, la reflexión íntima y la conversación pública en el contexto de la cultura digital.
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