Thursday, September 19, 2019

Espejo de números

Estación de paso

Educación: el espejo de los números

Adrián Acosta Silva

(Campus Milenio, 19/09/2019)

El más reciente informe de la OCDE sobre el estado de la educación en el mundo ofrece algunas pistas sobre las relaciones entre los sistemas escolares y sus contribuciones al desarrollo de los individuos y de las sociedades. Education at a Glance 2019 es un diagnóstico orientado hacia la identificación de los logros y déficits que se acumulan cada año entre los países miembros de la organización en sus respectivos sectores educativos. Como todos los documentos similares, el reporte contiene abundantes datos estadísticos ordenados en tablas, cuadros y gráficos, que son de utilidad para apreciar, con los anteojos debidos, la magnitud de los problemas educativos contemporáneos.

Este año, el reporte identifica varios aspectos relevantes que aguardan por una exploración cuidadosa, matizada y contextualizada. El número de titulados universitarios, por ejemplo. En el documento se afirma que la demanda por educación universitaria continúa una tendencia a la alza, que confirma un patrón de expansión sostenido desde hace varias décadas. Hoy (2018) el 44% de las personas entre 25 y 34 años de edad poseen un título universitario, cuando hace una década (2008) ese porcentaje llegaba al 35%. Es decir, en solo diez años, ha crecido un 10% más esa franja de población joven (“grupo etario” le dicen los demógrafos), que se ha incorporado a la república de los universitarios egresados y titulados de los países de la OCDE. O sea, cada año aumenta en un punto porcentual esa cifra, lo que permite calcular -ceteris paribus- que hacia el 2030 la mayor parte de esa población (6 de cada 10) configurará un voluminoso conglomerado de titulados universitarios.

Las implicaciones de esta expansión son varias. En términos generales se confirma algo que ya se sabe desde hace tiempo: poseer un título universitario mejora los salarios y los empleos de sus poseedores. El carácter casi mágico de los títulos y diplomas universitarios en el mercado laboral se expresa en que las personas entre 25 y 34 años con educación universitaria ganan un 38% más que sus homólogos que sólo cuentan con educación media superior. Y si se alarga en el tiempo esa misma comparación, las personas entre 45 y 54 años con estudios universitarios ganan un 70% más de ingresos que sus semejantes con escolaridad inferior. La combinación de edad, capital escolar y capital laboral diferencia salarialmente en el largo plazo a los universitarios y a los no universitarios.

Otra implicación importante tiene que ver con relación entre escolaridad y participación social de las poblaciones. Las teorías clásicas y contemporáneas de la modernización han marcado como una característica del desarrollo que a mayor escolaridad mayor participación de los individuos y de sus grupos de referencia. En el reporte, se señala que la participación en actividades culturales y deportivas se incrementa con el grado de escolaridad. Un 90% de los individuos con mayor escolaridad participa regularmente en este tipo de actividades, contra un 60% de los individuos con menor nivel de escolaridad.

Un datos más tiene que ver con el envejecimiento de la planta de profesores. Es interesante observar cómo la expansión sostenida de la demanda y la oferta de educación de la población joven descansa en un acelerado envejecimiento del profesorado. Hoy, la franja de los profesores cincuentones (los que tienen entre 50 y 59 años) es ya superior a la franja de los que tienen entre 25 y 34 años de edad. Eso significa que el profesorado de los sistemas educativos nacionales de los países de la OCDE experimentan la transición demográfica global que inició desde finales del siglo pasado, donde la base de la pirámide poblacional se reduce y se ensancha la parte media y alta de la misma. El resultado es un alargamiento entre las edades de contacto entre profesores y estudiantes, donde maestros cada vez más viejos interactúan con estudiantes cada vez más jóvenes, con habilidades, marcos de referencia y prácticas educativas y pedagógicas más distantes.

Estos asuntos forman parte de las agendas y las políticas educativas nacionales e internacionales. Los datos son apenas puertas de entrada para explorar con mayor cautela lo que ocurre en distintas escalas y niveles educativos de países como México, donde las diferencias con respecto a los promedios de la OCDE suelen ser muy marcadas. Examinar los números es siempre un ejercicio intelectual y técnico ineludible para apreciar las realidades empíricas y sus complejidades. Pero para ello se requieren los anteojos adecuados, que miren en el espejo de los números los diablos que los gobiernan, como afirmaba hace algunos años, en buen tono pedagógico, Hans Magnus Enzensberger.



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