Guasón: la estética de la anomia
Adrián Acosta Silva
(El Informador, 13/10/2019)
Guasón (Joker, 2019) es una historia de violencia, crueldad y locura. Némesis clásica de Batman, arquetipo del mal, el Guasón es esencialmente la hechura de un cliché moral, un personaje disfrazado de payaso, presa incontenible de una risa siniestra y a la vez ingenua, un cuerpo disfrazado de colores chillantes y grandes zapatos marcado por una mueca eterna, que flota entre las calles sombrías de una Ciudad Gótica fantasmal, poblada de personajes extraños que se confunden entre ciudadanos comunes (bien visto, en esa urbe ficticia los ciudadanos mismos son un montón de extraños). La extravagancia del Guasón representa la irrupción de una máscara con risas que desafía las imposturas y rituales de solemnidad al que aspiran élites que se auto-reconocen como los únicos guardianes legítimos del orden deseado de una urbe imaginaria.
Ese estereotipo lo aprendimos con claridad los que nos formamos leyendo los cuentos (ahora les dicen comics) que Editorial Novaro distribuía en los puestos de revistas y periódicos de todo el país en los años sesenta. Muchos de los fans de los cuentos lo confirmaríamos poco después con la serie de televisión Batman, donde el Guasón era un tipo vestido con trajes de colores ridículos, medio loco y chistoso, que siempre perdía sus peleas y batallas con el héroe enmascarado. En el cine, el payaso fue interpretado de manera desigual por varios actores –incluyendo a Jack Nicholson-, pero se mantenía en los límites del estereotipo de los años sesenta. Fue sin embargo la extraordinaria actuación de Heat Ledger en The Dark Knight (dirigida por Christopher Nolan en 2008) la que transformó radicalmente la imagen y el sentido mismo de la vida del Guasón en una sociedad en crisis. Esa actuación llevó a nuevos niveles de profundidad y complejidad la vida de un payaso psicópata en un contexto de degradación social y moral, un contexto al que combaten obsesivamente las buenas conciencias de la ciudad (Batman, jueces, políticos, funcionarios policiacos) para tratar de rescatar la justicia, el orden y la honestidad de una sociedad que imaginan como intrínsecamente buena. “Bienvenido a un mundo sin reglas”, fue el subtítulo en español de la promoción de esa película, que remarcaba muy bien el contexto de la aparición del Guasón en esa cruzada moral.
Años después, el director y guionista Todd Philips, produce una nueva película centrada exclusivamente en la vida del Guasón, sin un Batman que equilibre la ecuación bien/mal. La cinta reconstruye la vida de un hombre triste y solitario, que busca sobrevivir en una ciudad violenta, agresiva, oscura. Por la película ahora sabemos que ese hombre vive con su madre, afectada mentalmente, que depende absolutamente de sus cuidados, y que le enseñó desde niño “a tratar de ser feliz”. Viviendo en el departamento (casi) en ruinas de un edificio (casi) abandonado, Arthur Fleck (el nombre del Guasón), también hereda de su madre los trastornos mentales, que se agudizan por una infancia de torturas y abusos de parte de los amantes ocasionales de su progenitora.
Fleck acude a la asistencia social de la ciudad para su tratamiento psiquiátrico, que incluye varias medicinas para controlar sus ataques repentinos de ansiedad, depresión y agresividad. Intenta ganarse la vida como un payaso callejero, con poca fortuna, y mantiene como ilusión vital la de llegar a ser un comediante famoso en los años dorados de la televisión comercial de los años ochenta. Pero las cosas no salen bien. El cierre de las oficinas de asistencia social por falta de presupuesto, deja a Fleck sin sus drogas y sumido en una espiral de alucinaciones y ataques psicóticos de risa que lo vuelven rápidamente en objeto de rechazos, violencia y agresividad de otros. El resultado es la invención de un personaje que es a la vez reacción y adaptación a un medio que no lo tolera ni comprende, al que no se integra ni lo integran en la vida social. Si Durkheim viviera, lo describiría como un caso de anomia social químicamente puro.
Ahora sabemos que el Guasón es medio hermano de Batman, pues el padre de ambos tuvo un amorío de juventud con la madre de Fleck. Sabemos también que el único espacio donde encuentra respeto y admiración es el que conforman algunos de los marginados, los eternos perdedores de la ciudad que viven en entornos marcados por la violencia y la pobreza. La rebelión de los payasos que resalta la importancia simbólica y política del Guasón es una rebelión contra las élites, y en ese movimiento espontáneo él es causa, emblema y líder. El payaso que ha matado primero en defensa propia, y luego como una serie de actos de venganza legítima (que incluyen el asesinato de su propia madre), no importa tanto por lo que es sino por lo que representa: el reclamo de un sector invisible, humillado y menospreciado sistemáticamente por las élites dirigentes de Ciudad Gótica.
La magistral interpretación de Joaquín Phoenix como el Guasón es simplemente inquietante. La cinta rompe con el género del cómic, la comedia o la ciencia ficción para situarse directamente en el género del drama urbano contemporáneo. Sea uno o no seguidor de Batman, la impresión que queda es que las clásicas virtudes morales, intelectuales o físicas del Hombre-Murciélago son ampliamente superadas por la configuración vital, la complejidad moral y los abismos existenciales del Guasón. El maestro de la ironía, la burla y el sarcasmo supera a los vigilantes atemporales de la corrección política, del orden y la justicia. Con Joker, el misterio del payaso se ha revelado: es la encarnación misma de la contradicción humana, el pequeño misántropo que todos llevamos dentro.
Sunday, October 13, 2019
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