Thursday, December 01, 2022
Conflicto universitario en Jalisco
Estación de paso
Conflicto universitario en Jalisco: la política y lo político
Adrián Acosta Silva
(Campus-Milenio, 01/12/2022)
https://suplementocampus.com/conflicto-universitario-en-jalisco-la-politica-y-lo-politico/
Por segunda ocasión en este año, las autoridades de la Universidad de Guadalajara convocaron a una marcha de protesta contra los recortes presupuestales aprobados por el gobierno de Jalisco a esta casa de estudios. Al igual que lo ocurrido el 26 de mayo de este año, el pasado 23 de noviembre las calles del centro de Guadalajara se llenaron de miles de estudiantes, trabajadores, profesores y directivos universitarios, encabezados por el rector y varios exrectores universitarios para expresar su protesta por el maltrato presupuestal del ejecutivo estatal. Por su parte, el gobernador ha insistido en que el pleito no es contra la universidad sino contra el exrector Raúl Padilla, quien ha impulsado proyectos como la red universitaria en Jalisco de la U. de G., la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, o la construcción del Centro Cultural Universitario.
Cada vez es más claro que el problema de fondo en el pleito local es de carácter político, no presupuestario, y configura el perfil de una disputa por la legitimidad. Hasta ahora, el argumento del gobernador ha sido que “no dará más recursos para los negocios de Padilla”. Sin embargo, ese argumento requiere de mayores explicaciones públicas y, sobre todo de mayores evidencias y datos. Si hay sospechas o presunciones de desvío de recursos públicos, ¿por qué no actúa jurídicamente el gobernador contra los “negocios” del padillismo? ¿Qué evidencias existen? De tenerlas, el gobierno jalisciense tiene la obligación de presentarlas antes las autoridades competentes, no ante los medios, y no utilizarlas como pretexto para afectar no sólo la imagen o los intereses reales o imaginarios del grupo dirigente universitario, sino también proyectos académicos sustantivos de las diversas comunidades universitarias distribuidos en toda la red institucional de la U de G, constituida por casi 300 mil estudiantes, 19 mil profesores e investigadores, distribuidos en 6 centros universitarios metropolitanos, 10 regionales y una extensa red de preparatorias con presencia en prácticamente todo Jalisco.
El endurecimiento de las posiciones es el dato de la coyuntura. “Mafioso” ha llamado el gobernador al exrector, y líderes estudiantiles, sindicales e institucionales universitarios han reclamado la destitución del gobernador. Este los descalifica como “lacayos” del padillismo y aquellos denominan a Alfaro como autoritario y persona non grata para la universidad. El lenguaje de la coyuntura es una narrativa plomiza que entorpece cualquier intento de diálogo racional, de entendimiento público de las razones del pleito, y de negociación de las posiciones e intereses en disputa.
El episodio más reciente del conflicto ocurrió en la inauguración de la FIL el pasado 26 de noviembre, en la que el partido del oficialismo local (Movimiento Ciudadano) realizó una manifestación de cientos de militantes y funcionarios públicos de ese partido en los alrededores de la sede del evento para denunciar los “negocios de Padilla”, y el “secuestro” de la Feria por parte del “grupo universidad”. En la inauguración, no hubo representaciones del gobierno municipal, estatal ni federal, a pesar de las invitaciones formales que el comité organizador de la Feria extendió desde hace meses a mútiples instancias gubernamentales, comenzando con el presidente municipal de Guadalajara, el gobernador de Jalisco y el propio presidente de la república. Aunque políticamente enfrentados, el oficialismo local (al alfarismo/MC) y el nacional (obradorismo/MORENA) coinciden en el intento de tratar de deslegitimar la organización y el significado político y cultural de la FIL.
Las señales de la estrategia política del alfarismo son claras: la mejor manera de debilitar al padillismo es a través de los recortes al presupuesto de la universidad. El supuesto es que sin dinero público, la redes de control del grupo dirigente universitario se debilitarán y eso abrirá la posibilidad de una crisis de gobernabilidad institucional que sentaría las bases de una nueva reforma política, anti-padillista, en la U de G. Ello incluye una campaña de deslegitimación de la figura del exrector y de proyectos emblemáticos como la FIL. Pero esos cálculos implican también efectos no deseados o perversos, que tienen que ver con la factura de los costos políticos y el deterioro de la imagen institucional que el alfarismo acumula en los últimos meses.
El pleito confirma la siempre complicada relación entre las razones, pasiones e intereses que gobiernan la vida pública, donde el campo de lo político (es decir, de las instituciones, leyes y reglas de la vida en común) chocan con el campo de la política (la negociación práctica de conflictos entre actores). En las zonas grises entre ambos espacios se expresan tensiones en forma de espectáculos públicos y pleitos privados. Como se observa en Jalisco y a nivel nacional, el lenguaje de la política se vuelve entonces un léxico de insultos y descalificaciones dirigido a bloquear las cuerdas de comunicación y negociación entre intereses distintos. En el caso de la U. de G., el liderazgo de Raúl Padilla es inocultable, y eso se expresa en su influencia en las decisiones estratégicas universitarias, que incluyen las relacionadas con la vida política local. Sin embargo, los proyectos institucionales no obedecen ciegamente a la voluntad del exrector, sino que involucran los intereses legìtimos de cientos y miles de académicos y estudiantes que alimentan las rutinas básicas de las actividades de docencia, investigación y difusión cultural de la universidad.
El panorama de las relaciones entre las autoridades de la U. de G y del gobierno estatal no es alentador. Todo apunta a que en el último tercio del gobierno de Alfaro y del rector Villanueva (2023-2024), la lógica del conflicto se mantendrá entre tensiones políticas, recortes presupuestales, manifestaciones públicas y descalificaciones. Con el inicio del proceso electoral del próximo año, los tambores de guerra llamarán a la movilización de las partes interesadas para ganar posiciones y puestos de representación. Las maquinarias políticas del alfarismo y del padillismo se han activado, explorando, otra vez, los abismos entre lo político y la política.
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