Thursday, May 26, 2011

La felicidad, según Simon




Estación de paso
La felicidad, según Simon
Adrián Acosta Silva
Señales de humo, Radio U. de G. 26 de mayo de 2011.

Este año Paul Simon cumple siete décadas de vida, curiosamente igual que Bob Dylan, otro músico legendario. Hombres de su tiempo, músicos de referencia y, además, buenos amigos, Dylan y Simon forman parte central del lienzo rockero del siglo XX que se sigue abriendo paso ya entrado el siglo XXI. Mientras que Dylan celebra sus setenta años con una larga gira en China y Europa, Paul Simon decidió lanzar un nuevo disco como fiesta de cumpleaños titulado So Beautiful or So What (Hear Music, 2011). Publicado en los primeros meses de este mismo 2011, es el disco número 14 de su larga carrera como solista. Como se sabe, Simon inició en 1971 una prolongada trayectoria en solitario, que significaba continuar con la carrera que había comenzado unos años antes en compañía de Art Garfunkel con quien se dio a conocer formando en 1965 el conocidísimo grupo Simon y Garfunkel, que a lo largo de 6 discos imprimió un nuevo sonido a la mezcla de folck, rock suave y ecos de godspell en un contexto dominado furiosamente por el rock sicodélico y el hard rock de la época.
El oriundo de New Jersey ofrece su nueva obra luego de una pausa de casi 5 años. Desde que grabó Surprise, en el 2006, Simon se había mantenido en giras ocasionales, pequeños conciertos y presentaciones en algunos lugares de la costa este de los Estados Unidos. Pero desde principios del 2010 comenzó a escribir o reescribir algunas notas y canciones que había acumulado pacientemente en los últimos años. El resultado es So Beautiful or So What (en traducción libre, algo así como “Es hermoso, o más o menos”), un ejercicio lúdico sobre la vida y sus contrastes, sobre las ambigüedades del bien y del mal, sobre el poder hipnótico de la ignorancia y el fanatismo. Como escribe Elvis Costello en la presentación de este disco, la obra es el resultado del trabajo de “un hombre en plena posesión de sus facultades mirando la comedia y la belleza de la vida con la claridad y la ternura que sólo proporciona el tiempo”.
Las diez canciones que estructuran el mapa narrativo de Simon, ofrecen un registro cuidadoso, un inventario personal, de los misterios mundanos y de sus explicaciones místicas, de las confusiones y señales erradas de nuestra época, de las banalidades cotidianas y de la inevitable persistencia de los afectos, del amor, como el centro vital de las existencias de los individuos. Con palabras exactas acompañadas por las sombras de una guitarra espléndida, percusiones, arpas, flautas, pianos y clarinetes, Simon construye un sonido ecléctico donde las palabras y la música dan color a postales donde la ironía, los actos de fe, las creencias y los símbolos configuran el entramado complejo de la vida, vista desde las costas de New Jersey con el temple y la sabiduría de un setentón.
El disco está elaborado desde una mirada dubitativa, alimentada por el combustible de las interrogaciones planteadas por el propio Simon: “¿Cómo comienzas? ¿Cuándo sabes en qué momento serás recompensado por tu destino? ¿Cuándo interrumpir y cuándo continuar pintando sin conocer la pintura completa? ¿Es una cuestión de belleza? ¿Quién la necesita? Eso es el mayor de los misterios y de la fascinación. El truco es, según yo, mantenerse cauto con el infierno pero que te valga madre al mismo tiempo, o como de manera más elegante se propone aquí: es hermoso, o más o menos” (traducción libérrima, AAS)
Con este disco, Simon reclama su lugar en la música en tiempos del Ipod y los teléfonos celulares. Si “Los sonidos del silencio” o “Mrs. Robinson” forman parte de la música de fondo de varias generaciones, tal vez “Love is Eternal Sacred Light”, “Questions for the Angels”, “Love & Blessings”, “Rewrite”, o la misma “So Beautiful or So What”, cinco de las canciones incluidas en el nuevo disco, se pueden considerar como los testimonios de un músico habituado al uso sistemático de frases penetrantes junto al empleo legítimo de sonidos bastardos. Con un lenguaje preciso, con una música que absorbe influencias jazzísticas, del blues, del rock, con un instrumental diverso, rabiosamente ecléctico, So Beautiful or So What representa el manifiesto cultural y político de una generación que aún tiene mucho que decir a sus contemporáneos pero también, creo, a las nuevas generaciones.

Friday, May 13, 2011

Mujeres, hijos y viejos



Estación de paso
Mujeres, hijos y viejos
Adrián Acosta Silva
Señales de Humo, Radio U. de G., 12 de mayo de 2011
En un libro reciente titulado Los tres grandes retos del Estado del Bienestar, (Ariel, España, 2010) , los sociólogos europeos Gosta Esping-Andersen y Bruno Pailer argumentan los tres temas críticos de hoy y del futuro a los que me refería en una colaboración anterior: el de la familia y las mujeres, el de los hijos y la igualdad de oportunidades, y el tema del envejecimiento y la equidad.
El cambio social más importante de las últimas décadas es sin duda la incorporación masiva de las mujeres en el ámbito laboral. La feminización del empleo tradicionalmente masculino, sin embargo, no se ha correspondido con la masculinización del trabajo doméstico, tradicionalmente femenino. Colocar el énfasis en el reconocimiento de un fenómeno irreversible (la incorporación masiva de la mujer al mundo de la escuela y del trabajo) supone también crear políticas para favorecer esa incorporación desarrollando al mismo tiempo un cambio general en la valoración del trabajo doméstico. Esa transformación no puede ser resuelta consistentemente dejando las decisiones a los individuos, pues ello significa la reproducción de los patrones de desigualdad de las relaciones hombre/mujer en ese campo, o dejar que sean las parejas de más ingresos las que pueden contratar un servicio doméstico particular. En ambos casos se asiste a un incremento de las desigualdades entre géneros y entre clases y estratos sociales. La solución institucional implica transformar y ampliar los regímenes de protección social en estos nuevos roles de hombres y mujeres, y forma parte de la construcción de un verdadero Estado de Bienestar para el siglo XXI.
Los hijos y sus oportunidades de desarrollo son el segundo gran tema de la agenda social que puede ser discutida de cara a los próximos comicios presidenciales en México. Hasta ahora, diversas formas de asistencialismo, paternalismo y filantropía se han adueñado de la definición del tema de los hijos, particularmente de los sectores pobres y medios del país. Aquí se han hecho grandes inversiones en educación formal, guarderías, educación preescolar obligatoria, sin considerar demasiado el peso que tiene lo que ocurre entre las cuatro paredes que limitan el ámbito familiar. Ahí, en ese ámbito privado, los especialistas han detectado tres mecanismos estratégicos en la relación entre los hijos y sus oportunidades de bienestar, de igualdad y de movilidad social futura: uno es el “efecto dinero”, otro el “efecto tiempo”, y tercero el “efecto cultura”. El primero supone que la renta, el ingreso, basta para dotar de buenas oportunidades a los hijos, pero eso no es necesariamente cierto. Muchos ricos no dedican demasiado tiempo a los hijos, y el “efecto nodriza” no asegura la sustitución del tiempo por dinero. Muchos maestros en Europa, que no ganan demasiado dinero, por ejemplo, dedican más tiempo de atención a sus hijos y sus resultados tienden a ser notables en términos de oportunidades.
El efecto tiempo es el segundo factor. Más tiempo de los padres dedicado al aprendizaje de los hijos es importante. Pero hay condiciones estructurales que determinan el impacto del efecto temporal en los hijos. La escolaridad alcanzada por los padres determinará en buena medida la calidad del tiempo y de los aprendizajes de los niños. Por ello es fundamental incrementar el acceso a la educación superior de los jóvenes de hoy, pues la posibilidad de tener mayores niveles de escolaridad significará mejores oportunidades de aprendizaje, movilidad social y equidad para sus propios hijos.
Pero todo ello va ligado al tercer factor en juego en relación a los hijos que se desarrolla en el campo doméstico: el capital cultural, es decir, el conjunto de recursos intelectuales, simbólicos y materiales que se heredan de padres a hijos. Un indicador es sencillo y relevante: diversos estudios muestran que los niños que viven en casas donde hay por lo menos 10 libros, tendrán mejores oportunidades que los niños que no disponen de ese recurso cultural. Y contar con libros en casa revela sobre todo una práctica social heredada o construida por padres y abuelos.
Finalmente el tercer gran desafío de una agenda social para el siglo XXI es el de la relación entre envejecimiento y equidad. Hay una tendencia irreversible hacia el envejecimiento general de la población, debido en gran medida a dos factores: el alargamiento de la edad promedio y la tendencia de las parejas jóvenes a tener muy pocos hijos (uno o dos, cuando los hay). Esto tiene enormes implicaciones para el futuro, que puede resumirse en una paradoja monumental: el problema de las pensiones y jubilaciones comienza con los bebés de hoy, no con los jóvenes ni viejos del mañana.
Estos temas quizá pueden ser parte de las propuestas que podrían debatirse en México en los próximos meses. Ahora que el cortoplacismo, la inmediatez y el pesimismo es la música de la temporada, quizá sea el momento de re-pensar el futuro como un recurso de supervivencia colectiva.