Thursday, April 22, 2021

Del populismo como socialización política

Estación de paso El populismo como socialización política Adrián Acosta Silva (Campus Milenio, 22/04/2021) https://suplementocampus.com/el-populismo-como-socializacion-politica/ En La politización del niño mexicano (1975), Rafael Segovia presentó el primer estudio sistemático, no ensayístico ni especulativo, dedicado a comprender la cultura política de los mexicanos. Enfocado en las relaciones entre la socialización política de los niños, sus aprendizajes políticos, la interiorización de normas y valores, y su función en la legitimidad de un sistema autoritario como el mexicano de finales de los años sesenta, el texto aportó claves importantes para la comprensión de la lógica de reproducción de una cultura política coherente con los principios y las prácticas políticas mexicanas posrevolucionarias. Buena parte de las investigaciones y proyectos contemporáneos sobre la cultura política mexicana que se realizan en universidades y centros de investigación, se derivan de las aportaciones y claves contenidas en ese texto canónico de las ciencias sociales en nuestro país. Justo por ello, la relectura del libro de Segovia parece pertinente para analizar el origen y desarrollo del neopopulismo que hoy domina la escena política nacional. El prefijo de “neo” parte de la premisa de que en la historia política mexicana es posible identificar en el cardenismo y su política de masas el primer tipo de populismo nacionalista y corporativo surgido de la revolución mexicana. Ese primer populismo, de orientación claramente socialista, paradójicamente, sentó las bases del autoritarismo y el desarrollismo mexicano que produjo el “milagro mexicano” entre los años cuarenta y setenta del siglo XX, y que, con la gran crisis de los años ochenta, se convirtió en el objeto de transformación de las fuerzas encontradas del neoliberalismo económico y la democratización política durante los años noventa y la primera década del siglo XXI. Con la experiencia de la alternancia política en la presidencia, observada en los tres primeros sexenios de este siglo, se cultivó una oposición organizada que denunciaba al fraude y al engaño como los componentes de una “falsa” transición política, a pesar de todas las pruebas y evidencias en contra. De esas aguas surgió el neopopulismo encabezado por AMLO, particularmente desde su derrota como candidato presidencial por el PRD en 2006. Desde esa perspectiva, es posible sostener como tesis general que el obradorismo es la representación de una forma de socialización y aprendizaje político coherente con la reconstrucción de un régimen autoritario, nacional-populista, una suerte de “nacionalismo nostálgico”, como le ha denominado recientemente Alberto Olvera. Se pueden proponer tres notas al respecto, ancladas en la coyuntura. Una tiene que ver con las relaciones entre la retórica y la política. Otra, con el papel de la crítica política en un contexto de polarización e intolerancia. Finalmente, la que se refiere al autoritarismo como una forma organizada de pedagogía política. 1.Retórica y política. La incontinencia verbal de AMLO es de sobra conocida. Se reafirma puntualmente todas las mañanas por todos los medios. No es nueva ni sorprendente; es más bien una práctica rutinaria y predecible. El problema de esa rutina presidencial es el cálculo de las consecuencias que esa palabrería tiene en las prácticas políticas y en la frágil democracia mexicana. Como ha ocurrido en otros tiempos y circunstancias, el soliloquio presidencial se legitima en los espacios controlados por el primer o el segundo círculo del poder del oficialismo: su gabinete, su partido, sus congresistas, cabilderos y seguidores, las partes interesadas de los negocios que se han subido al tren del morenismo y las fantasías de la Cuarta Transformación. La soledad presidencial se alimenta de sus propios ecos. La ruta elegida por el oficialismo es una combinación de improvisación, prisas y demolición institucional, que se acompaña de un coro sostenido de insultos, amenazas y descalificaciones. Desde la cima del poder presidencial se alienta desde hace dos años y medio la veloz construcción de esa ruta. Cada vez más, el obradorismo en el poder, y la élite política que lo respalda, muestra la determinación por hacer del poder un instrumento, una herramienta útil, no un dispositivo de relación política. Los actuales ataques al INE son sólo una muestra más de esta concepción instrumentalista del poder, una concepción que se alimenta de una colección de creencias autoritarias y autocráticas, difícilmente democráticas. Los legisladores e intérpretes del presidente actúan en competencia continua para complacer la voluntad de poder. Detrás de esa competencia se encuentra una lucha sorda por colocarse en la primera fila de los soldados, capitanes y comandantes presidenciales, dispuestos a emprender las acciones que sean necesarias para mostrar al presidente su fidelidad y compromiso con la 4T. En el carnaval político del obradorismo, la mascarada es un ritual cotidiano, ejercido sin pudor y sin piedad, un hábito enraizado sólidamente entre los usos y las costumbres de los actores del espectáculo. Pero la retórica y la política es solo una dimensión de la configuración del poder populista. Las otras dimensiones son la intolerancia a la crítica política y la pedagogía de la legitimación populista. A ellas nos referiremos en la próxima colaboración.

Thursday, April 15, 2021

Retrato de la era de la vacunación

Retratos de la era de la vacunación Adrián Acosta Silva El Plan Nacional de Vacunación instrumentado por el gobierno federal para aplicar a la población de adultos mayores los “biológicos” contra el COVID-19 ha provocado escenas interesantes, algunas curiosas, otras desconcertantes. En la zona metropolitana de Guadalajara, por ejemplo, el Plan inició en marzo en los municipios de Tlaquepaque, Tonalá y Guadalajara, y en los primeros días de abril en Zapopan. La constante fue la súbita aglomeración de ciudadanos formados horas y hasta dias antes de las fechas anunciadas por las autoridades. Largas filas de ciudadanos y de automóviles se formaron afuera de los sitios anunicados para llevar a cabo la vacunación masiva,en un ambiente inicialmente de entusiasmo que conforme el reloj marcaba las horas se tornó en aburrimiento, hastío y enfado. El clima social del momento mezcla emociones de incertidumbre y esperanza, ansiedad y temor, en algunos angustia, en otros desesperación. Luego de un año de vivir la experiencia del encierro, del distanciamiento social, del uso masivo y cotidiano de cubrebocas, de la desinfección obsesiva de manos y cosas, las emociones provocadas por la pandemia se acumulaban en los miles de ciudadanos que esperaban en los centros de vacunación. “El miedo es algo poderoso” escribió en alguna canción Bruce Springsteen, y una de las múltiples formas del miedo -el miedo a adquirir la enfermedad- se habia colocado en el centro de las emociones provocadas por el riesgo de contagio del virus. En autos o a pie, los adultos mayores esperaban con paciencia la apertura de los módulos instalados en universidades, estadios de fútbol, escuelas preparatorias, auditorios o parques públicos. Médicos, enfermeras, voluntarios, personal de la Delegación estatal de la Secretaría del Bienestar (“servidores de la nación”), funcionarios de la secretaría de salud estatal, inauguraban con la solemnidad de la ocasión los inicios de la campaña entre los tapatíos, y grupos de jóvenes animadores trataban de entusiasmar con bailes, agua y frutas la espera de los miles de adultos que aguardaban con paciencia y disciplina su turno para la aplicación de las vacunas. Fueron escenas inusuales de ciudadanos aplicándose vacunas. Una enfermera, un médico de supervisión, el señor o la señora con el brazo descubierto, un par de voluntarios de apoyo, vigilantes aburridos, estudiantes de medicina observando, familiares tomando fotografías del momento justo de la inyección, todos situados en espacios abiertos, cubiertos con toldos, bajo un sol de abril cayendo a plomo desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Era, sin duda, un espectáculo sociológico, donde un hecho (la vacunación) implicó la movilización organizada de personas, símbolos, recursos, conocimientos, adaptación de espacios, gestión de tiempos y movimientos. Daba la impresión de que la ciudad se había convertido por unos días en una gran fábrica de vacunación. La planeación tuvo contratiempos, anécdotas y contingencias de mayor o menor escala, como suele suceder en procesos que implican la paricipación de decenas de miles de personas en tiempos y espacios acotados. Pero la mayor fue la gran cantidad de vacunas que se quedaron sin aplicar (sólo en Zapopan, por ejemplo, sobraron 52 mil de ellas). Ya los sociólogos, los psicólogos, los antropólogos o los historiadores explicarán quizá, en algún momento, las causas del fenómeno. ¿Sobreestimación estadística de la población de adultos mayores? ¿Subestimación de los grados del rechazo, desconfianza, incredulidad o escepticismo de los adultos mayores para aplicarse la vacunas? ¿imposibilidad de traslados a los puestos de vacunación derivada de condiciones de salud, ubicación geográfica o situaciones familiares de los ciudadanos? ¿Fe en dios, incredulidad en la ciencia? ¿Negligencia, apatía, pereza? Sabemos que no hay fenómenos sociales unicausales. La aparente simpleza de un hecho es el resultado de varios factores, dominados por una cobinación de fuerzas objetivas o invisibles. La pandemia ha ocasionado una reorganización veloz de prácticas, percepciones y relaciones entre la población, entre ciudadanos y gobiernos. El proceso pandémico es un fenómeno sociológico que vale la pena examinar como suele ocurrir con las contingencias catastróficas. La vacunación es, por ahora, su zona cero.

Thursday, April 08, 2021

Educar en la crisis

Estación de paso Educar en la crisis: el informe ECOVID-ED 2020 Adrián Acosta Silva (Campus Milenio, 8/04/2021) El 23 de marzo pasado, el INEGI dio a conocer los resultados de una encuesta para medir el impacto del COVID-19 en la educación. Se trata del primer esfuerzo a nivel nacional para conocer la magnitud y profundidad de los efectos de la pandemia en el conjunto del sistema educativo. Levantada a finales del 2020, la encuesta ofrece datos interesantes (y preocupantes) sobre los impactos en la población escolarizada del país. ¿Cómo afectaron a los distintos niveles educativos? ¿Qué tipo de condiciones enfrentaron los estudiantes y qué estrategias utilizaron para adaptarse a los entornos virtuales de los aprendizajes? ¿Cuáles fueron los impactos de la pandemia en las tasas de cancelación, abandono o pausas escolares? ¿En que proporción variables como origen social, sexo, ingreso económico, o territorio, explican los impactos diferenciados entre la población? La encuesta ECOVID-ED 2020 proporciona información valiosa para tratar de responder a esas preguntas. De manera breve, la información de la encuesta puede ser analizada en, por lo menos, 3 puntos principales: 1) el impacto en el tamaño y comportamientos de la población escolar; 2) las percepciones individuales y condiciones familiares sobre la experiencia de la crisis en sus entornos inmediatos; y 3) las implicaciones financieras de la adaptación en las economías familiares. 1.Los comportamientos. La población comprendida en el rango de los 3 a los 29 años es de 57.2 millones, según el censo de población y vivienda de 2020. El 61.3% cuentan con educación básica, el 20.1% media superior,y sólo 12.2% cuentan con estudios superiores. 6.3% no tienen escolaridad. De esa población total, para el ciclo escolar 2019-2020 estaban inscritos 33.6 millones de estudiantes en todos los niveles, y para el ciclo siguiente (2020-2021) la cifra disminuyó a 32.9 millones, es decir, 730 mil estudiantes menos, niños y jóvenes que abandonaron los estudios en el transcurso del ciclo anterior o que no se inscribieron al ciclo actual. Esa disminución es en sí misma relevante. Resaltan los datos referidos a la no inscripción de la población en alguna modalidad educativa. 5.2 millones de niños y jóvenes en edad escolar (3-29 años) no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por motivos económicos (2.9 millones) o por la pandemia (2.3 millones). En educación media superior, no concluyeron el ciclo 2019-2020 el 3.6% de los estudiantes, y en el nivel superior el 2.2%. Específicamente, el motivo que expresaron para abandonar los estudios 44 de cada 100 estudiantes de nivel superior fue el COVID, mientras que para media superior fue de 36 de cada 100. Eso significa que, por la pandemia, los jóvenes tuvieron que dedicarse a buscar trabajo o a los cuidados y atención en sus entornos familiares. La falta de recursos económicos o por el COVID-19 explican las decisiones de abandono o no inscripción de muchos estudiantes (1.8 millones) de todos los niveles del sistema educativo. La mayoría (1.5 millones) corresponden a escuelas públicas y una proporción relativamente baja (234 mil) a las escuelas privadas. Para un sistema donde el 89% de la matrícula es pública y el 11% es privada, esos datos son relativamente consistentes con la estructura y distribución de dichas ofertas. 2.Percepciones y condiciones. Hay datos que tiene que ver con las percepciones individuales y las condiciones familiares que experimentaron los encuestados a lo largo de los primeros 9 meses de la crisis (marzo-diciembre del 2020). El 26.6% de los estudiantes encuestados inscritos en el actual ciclo escolar consideró que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, el 25% señala que durante la crisis sus padres o tutores se quedaron sin trabajo, el 21.9% informó que carace de computadoras, dispositivos o conexión a internet para trabajar en las plataformas virtuales, y un 19.3% expresaron que el motivo fue que la escuela “cerró definitivamente”. Por otro lado, la gestión del tiempo escolar es un asunto clave para entender como se organizaron los individuos y sus familias para adaptarse a la situación. En educación superior, la mayor parte de los encuestados (35.7%) manifestaron dedicar entre 3 y 5 horas a las clases a distancia y actividades escolares, el 30.9% expresaron dedicar 8 horas o más, el 26.6% entre 6 y 7 horas, y solo un 6.6% dedicaron menos de 3 horas diarias. 3.Los costos de la crisis. Finalmente, está el tema de los costos financieros de la crisis en las familias. Un porcentaje importante de la muestra afirma haber realizado gastos adicionales a lo largo de los primeros meses de la pandemia. El 28.6% tuvo que comprar un teléfono inteligente; el 26.4% contratar un servicio de internet fijo; el 20.9% tuvo que realizar adecuaciones a sus espacios (sillas, escritorios, mesas); el 14.3% tuvo que adquirir una computadora portátil o de escritorio. No hay datos que permitan apreciar en cuáles segmentos de esas poblaciones ocurrieron los gastos de adaptación urgente a los requerimientos de la tele-educación, pero es probable que se concentren en las familias de ingresos medios y bajos. La información proporcionada por la ECOVID-ED es útil para evaluar no sólo con mayor rigor las huellas de la crisis en la población educativa, sino también para diseñar e instrumentar agendas de acción pública que aborden la nueva complejidad institucional y social de la educación mexicana que rápidamente emerge de la crisis.