Thursday, March 20, 2025
Un siglo de la U de G: hechuras coloniales
Diario de incertidumbres
Un siglo de la U de G (2): hechuras coloniales
Adrián Acosta Silva
(Campus Milenio, 20/03/2025)
https://suplementocampus.com/un-siglo-de-la-udeg-ii-hechuras-coloniales/
Aunque este año se celebran los primeros cien años de la refundación de la Universidad de Guadalajara (1925-2025), los antecedentes coloniales de la institución son importantes para comprender los orígenes del regionalismo tapatío y sus representaciones políticas y sociales. Estos antecedentes permiten identificar la construcción de la universidad como un largo y accidentado proceso de gestión política de las élites de poder locales para contar con un espacio de formación intelectual, profesional y académica indispensable para la legitimación política de sus propios intereses como sociedad regional.
Como es sabido, el reino de la Nueva Galicia se configuró como un territorio autónomo desde 1531 hasta 1786, y su capital, Guadalajara, fue fundada en el año de 1542. La extensión original del reino incluía a los actuales territorios de los estados de Jalisco, Nayarit, Colima, Aguascalientes y Zacatecas. Aunque formaba parte del virreinato de la Nueva España, la población novogalaica reclamó desde un principio el reconocimiento de su autonomía política respecto del centralismo de la ciudad de México, la capital del virreinato. La historia de ese reclamo es una historia política, lo que marcó en buena medida el interés de sus actores protagónicos (gobernadores, obispos, funcionarios del ayuntamiento de Guadalajara), por la creación de instituciones educativas que reforzaran la identidad regional y las fortalezas autonómicas de la región.
Como en otras regiones de la Nueva España, los sacerdotes jesuitas fueron los que impulsaron los primeros estudios medios y superiores en la Guadalajara colonial. Los Colegios de Santo Tomás, de San Juan Bautista y, sobre todo, el Seminario Conciliar de San José, fueron hechuras jesuitas creadas entre 1540 y 1650, que permitieron organizar cátedras y escuelas formadoras de clérigos, funcionarios y profesores relacionados con el desarrollo de bibliotecas, programas de estudios superiores y espacios escolares orientados al otorgamiento de grados académicos que fueran reconocidos por los reyes españoles o por la entonces Real y Pontificia Universidad de México, fundada en el año de 1551.
La negativa de esta última institución para reconocer grados académicos que no fueron otorgados directamente por ella misma llevó a las primeras gestiones de las autoridades de Guadalajara para establecer su propia universidad. Fue el obispo fray Felipe Galindo y Chávez quien promovió en 1696 la idea de que el seminario conciliar de Guadalajara se transformara en “Real Universidad”, solicitando formalmente la expedición de la cédula real correspondiente al entonces rey de España. Sin embargo, esa petición no prosperó debido, entre otras razones, al desinterés de la corona española por el asunto y por la abierta oposición de la Universidad de México para reconocer a otra universidad en el territorio de la Nueva España.
Con la expulsión de los jesuitas en todas las colonias españolas en 1767, el tema de la nueva universidad se diluyó por algunos años. Sin embargo, en 1778, el entonces obispo de Guadalajara, fray Antonio Alcalde y Barriga (conocido como “el Fraile de la Calavera”), retomó el asunto y logró convencer a las autoridades del ayuntamiento tapatío y al entonces gobernador de la Nueva Galicia de promover nuevamente la creación de una Real Universidad para la ciudad. Como apoyo a su propuesta, el obispo realizó una importante donación monetaria (20 mil pesos de la época) y las instalaciones de los colegios religiosos y el seminario conciliar para albergar la sede de la nueva universidad. Además, impulsó, una década después (en 1788), la construcción del Real Hospital de Belén, que fue el antecedente de lo que luego se convertiría, a comienzos del siglo XX, en el hospital-escuela de la U de G.
No fue hasta el año de 1791 cuando cristaliza la idea de la nueva universidad. Gracias a los esfuerzos de las autoridades políticas y eclesiásticas de la época, y vencidas las resistencias de las autoridades de la Universidad de México para reconocer los grados académicos otorgados por la naciente universidad tapatía, fue posible que el rey Carlos IV de España expidiera la cédula real de creación de la Real Universidad de Guadalajara el 3 de diciembre de 1791.Las facultades que integraron la nueva institución fueron las de Artes o Filosofía, Teología, Derecho y Medicina, que ofrecían grados académicos “menores” (bachiller, licenciado) o “mayores” (maestro y doctor).
Con estas estructuras académicas, se designó a su primer rector y se formó el primer cuerpo colegiado universitario (el “claustro”), que se convertirían en los principales órganos del gobierno institucional. Con las ceremonias y rituales correspondientes, las autoridades eclesiásticas y civiles celebraron la apertura de la nueva universidad, en las instalaciones de un edificio perteneciente al arzobispado de Guadalajara, ubicado en el entonces pequeño centro de la ciudad, y derruido a comienzos del siglo XX por la remodelación y ampliación de los espacios urbanos de la capital jalisciense.
No obstante, la nueva universidad enfrentaría un contexto de turbulencias y conflictos a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Fueron tres décadas críticas (1791-1821) que significaron el fin de la dominación colonial española, el comienzo de la guerra de independencia y el triunfo del independentismo en 1821. Con la constitución del primer “estado libre y soberano de Jalisco” en 1823, como parte del proyecto de una república federalista impulsada por juristas y pensadores liberales jaliscienses como Prisciliano Sánchez (que sería nombrado primer gobernador del estado en 1824), se abría un período de grandes cambios en la naciente república mexicana, y con ellos se arrastraba a la joven universidad a un largo ciclo de clausuras y reaperturas que se extendería durante el largo siglo XIX (1821-1924). Nuevas ideas, intereses y actores poblarían el campo universitario de esos años convulsivos, y un nuevo ciclo de historia política universitaria surgiría entre las ruinas del viejo orden colonial y las luces de un nuevo orden político en Jalisco y en México.
Tuesday, March 11, 2025
Machismos de cantina
Tierras raras
Machismos de cantina
Adrián Acosta Silva
(Revista Reverso, 10/03/2025)
https://reverso.mx/tierras-raras-machismos-de-cantina/
El origen del término tiene que ver con exploradores, químicos e industriales. Como puede indagarse en cualquier buscador de internet, “tierras raras” son aquellas porciones del planeta (“tierras”) compuestas por 17 elementos químicos, algunos de los cuales es difícil encontrar en forma pura, y cuyos componentes se pueden disolver en ácido, que son una denominación antigua de los óxidos. Esas tierras fueron identificadas por primera vez en Estocolmo, a finales del siglo XVIII, por un pequeño grupo de científicos que caminaban por las 14 islas que configuran la capital sueca.
Rare Earth fue también el nombre de un exitoso grupo de comienzos de los años setenta que mezclaba sonidos de rock, funk y soul. Su denominación aludía vagamente al concepto inventado por los químicos europeos. La rareza significa algo inusual, poco común, que no es habitual. Y en términos sociales puede ser utilizado como una metáfora para referirse a lo extraño, paradójico y contradictorio de ciertos comportamientos y expresiones políticas contemporáneas, que pueden ser capaces de disolver en ácido las prácticas de cualquier racionalidad civilizatoria. Las figuras de Donald Trump como representante de la idea del regreso a la nueva “grandeza americana”, o de Javier Milei como el exponente de la idea del “capitalismo libertario”, son parte de las tierras raras en estos tiempos de incendios retóricos y violencias reales.
Las negociaciones de paz en Ucrania entre Trump y Putin son una postal mafiosa de los espíritus animales que habitan las tierras raras. Sin importar demasiado las consecuencias, deciden humillar al principal afectado de la guerra (Zelenski) y a sus aliados de la Unión Europea. La guerra de Gaza es otra postal similar. Mientras Trump y Netanyahu brindan sobre la expulsión masiva de palestinos en medio de la guerra devastadora iniciada por Israel, Trump, el presidente-empresario, sueña con la construcción de casinos y hoteles en tierras palestinas, pero sin palestinos.
Milei representa en sí mismo otra porción de tierra extraña. El presidente argentino, motosierra en mano y gritando a la menor provocación “¡Viva la libertad carajo!”, representa el machismo de cantina que acompaña a los que se sienten intérpretes autorizados para hablar en nombre de los fantasmas y espíritus de la época, independientemente de cuáles sean sus formas y apariciones.
El ingrediente común de estas expresiones es el retorno de brujos oligarcas como Elon Musk y sus saludos neonazis. Sea en la Casa Blanca o en la Casa Rosada, el hombre más rico del mundo aparece sonriendo junto a su pequeño hijo a un lado del escritorio del presidente Trump para dar a conocer planes de recortes brutales a la administración federal, o visita a Milei en Buenos Aires para recibir un efusivo abrazo del presidente argentino junto a una motosierra con baño de oro. Las escenas son de celebración, de alegría y fiesta, de sonrisas, abrazos y elogios mutuos. Brindan por los nuevos tiempos en las tierras raras de la política mundial, llenas de polvo, lodo y óxido.
Thursday, March 06, 2025
Un siglo de la U de G
Diario de incertidumbres
Un siglo de la U de G
Adrián Acosta Silva
(Campus-Milenio, 06/03/2025)
https://suplementocampus.com/un-siglo-de-la-udeg/
Este año se cumplen exactamente 100 años de la refundación de la Universidad de Guadalajara. Se trata de un festejo importante para la educación superior nacional, pues la U de G expresa una trayectoria sociohistórica no sólo similar a la experimentada por otras universidades públicas autónomas estatales en diversos contextos locales y regionales, sino también porque permite examinar las complicadas relaciones entre las ideas, los actores y la política que estructuran la vida institucional -es decir, académica, organizacional y política- de las universidades públicas mexicanas contemporáneas.
Como todas las trayectorias institucionales, la de la U de G es accidentada y compleja. No hay nada parecido a una trayectoria lineal, preclara, del desarrollo de las funciones sociales y académicas universitarias. Por el contrario, la historia de la U de G es una historia de conflictos y tensiones que al calor de sus interacciones fueron estructurando acuerdos transitorios, rupturas esporádicas y arreglos estabilizadores de la vida institucional. Justo por ello, la historia de la universidad contiene una historia social, una historia política y una historia académica/disciplinaria.
Es posible distinguir cuatro grandes períodos de esa trayectoria. La primera tiene que ver con la fundación de la Real Universidad de Guadalajara en 1791, y se alarga hasta su primer cierre en 1821. La segunda tiene que ver con el largo siglo XIX, que significa para la universidad un ciclo largo de clausuras y reaperturas en el proceso de construcción de una república federada. Este segundo período abarca desde el año 1821 hasta el año de 1925, es decir, casi un siglo de inestabilidad institucional, en el transcurso del cual la universidad es el objeto de disputas entre los grupos conservadores y liberales que se disputaban el poder político en Jalisco.
El tercer período arranca justamente con la refundación de la U de G el 12 de octubre de 1925 y se extiende hasta el año de 1994, cuando se impulsa una reforma institucional que dará como resultado la configuración de la actual red universitaria en Jalisco de la U de G. A lo largo de estas (casi) siete décadas, se suceden diversos episodios en la vida universitaria que marcarán varios giros y conflictos institucionales. Uno de ellos fue la lucha por la educación socialista durante el cardenismo, que fracturó a la comunidad universitaria y llevó al cierre de la Universidad durante tres años (1934-1937), y a la creación, en 1935, de la Universidad Autónoma de Occidente, que poco después se convertiría en la actual Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), y que, en su carácter de institución privada, mantendría una relación de tensión ideológica y política constante con la U de G en las décadas siguientes.
Otro momento importante de este tercer período tiene que ver con la reforma de la ley orgánica en 1952, misma que sustituía a las anteriores (1925, 1937, 1947 y 1950). Esta reforma reafirmó el carácter público de la U de G y la declaró la única institución legalmente autorizada para impartir estudios superiores en Jalisco, lo que significaba que ninguna otra institución pública o privada podría establecerse en el estado sin la autorización o visto bueno de la U de G. No obstante, en los hechos, a lo largo de los años siguientes nuevas opciones públicas y privadas, federales y estatales, fueron configurando el campo de la educación terciaria jalisciense, a veces con la autorización de la universidad, y en otras por medio de la autorización de registro en instancias federales (SEP) o por el apoyo de instancias como la propia UNAM, que fue quién autorizó el registro de los programas de estudio de universidades privadas como la UAG.
Un episodio más de este tercer período tiene que ver con la creación de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) en el año de 1948. Esta organización estudiantil se convertiría en los años siguientes en el centro de la vida política universitaria, y en uno de los afluentes de la dominación corporativa bajo la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Jalisco. Organización heredera del anterior Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO, 1934-1948), identificada claramente con el proyecto socialista del cardenismo, la FEG surgió como una corporación clave en la construcción de la gobernabilidad universitaria, un espacio de socialización política que mezclaba el activismo estudiantil con el uso de la intimidación y la fuerza contra grupos rivales. El violento conflicto con otra organización estudiantil surgida a finales de los años sesenta y hasta comienzos de los setenta-la Federación de Estudiantes Revolucionarios (FER)- constituye un punto crítico en la disputa por el poder institucional en la U de G.
Estos episodios fueron acompañados por un crecimiento sostenido de los recursos públicos, la matrícula, el profesorado y los programas de estudio de la U de G durante los años setenta y ochenta del siglo pasado. Asimismo, se crearon institutos y centros de investigación que permitieron desarrollar y diversificar las actividades científicas ligadas al posgrado y a la investigación universitaria, así como desarrollar un fuerte impulso a las actividades de extensión y difusión cultural. En ese contexto, y luego del impacto de la crisis económica y política de la “década perdida” (los años ochenta), se fueron fraguando las condiciones para emprender una gran reforma universitaria entre 1989 y 1993. Ello daría como resultado la promulgación de una nueva ley orgánica en 1994, que dotaría por primera vez a la universidad de autonomía para emprender un nuevo proyecto (la red universitaria en Jalisco), que tendría un impacto profundo en la vida académica, social y política de la propia universidad en sus entornos regionales y locales. Esta etapa constituye el cuarto período histórico de la U de G.
Esta trayectoria institucional está poblada de ideas, actores y política que vale la pena identificar para comprender la peculiar complejidad de la universidad jalisciense a lo largo del primer siglo de su refundación. A ello dedicaremos las próximas entregas.
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