Thursday, March 08, 2018

Métrica y retórica de la calidad



Estación de paso

Métrica y retórica de la calidad

Adrián Acosta Silva

(Campus-Milenio, 08/03/2018)

El Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PRODEP) es un instrumento de política pública dirigido a mejorar la calidad del profesorado universitario en México. Hijo del antiguo PROMEP (Programa de Mejoramiento del Profesorado, 1996-2012), y nieto del aún más antiguo SUPERA (Programa de Superación Académica, 1994-1996), comparte con ellos el propósito de mejorar la “habilitación profesional” de los docentes universitarios a través de incentivos monetarios, institucionales y simbólicos: becas para estudios de posgrado, incorporación de nuevos Profesores de Tiempo Competo (PTC), apoyos para compra de libros, equipo de cómputo, remodelación y mobiliario para sus respectivos cubículos.

El PRODEP distingue dos tipos de reconocimientos a los profesores de las universidades públicas (en especial los PTC´s) que se animan a participar en el programa: el “Reconocimiento de Perfil Deseable” (RPD) o el de “Apoyos para Perfil Deseable” (ARPD). Salvo la primera vez que se concursa, se pueda obtener el segundo tipo de reconocimiento, asociado “por única vez” a un fondo de apoyo “individual” e “intransferible” de 40 mil pesos, que debe ser comprobado con las facturas de las compras académicas correspondientes (libros, computadoras, etc.). En el caso del RPD, se puede renovar a partir de la segunda ocasión, y la caducidad del reconocimiento es de tres o seis años, según corresponda.

Este instrumento de política, junto con el Programa de Cuerpos Académicos (PCA), se constituye como el núcleo de las políticas federales dirigidas hacia el mejoramiento de la calidad académica de la educación superior. Cada Institución de Educación Superior (IES) del Sistema Nacional correspondiente (SNES), a través de sus Dependencias de Educación Superior (DES, que son las escuelas, facultades, centros universitarios, institutos), puede participar en el Programa para mejorar los indicadores de calidad de sus profesores, y mejorar su visibilidad y prestigio institucional en las evaluaciones. Estos programas e instrumentos deben ser congruentes con el PFCE (Programa de Fortalecimiento de la Calidad Educativa), que a su vez tiene como antecedentes el efímero PROFOCIE (Programa de Fortalecimiento de la Calidad de las Instituciones Educativas, 2014-2015) y aún antes, el PIFI (Programa Integral de Fortalecimiento Institucional, 2001-2014)

El supuesto de los instrumentos es simple: si tenemos profesores con perfil deseable organizados adecuadamente en cuerpos académicos (CA) en “proceso de consolidación” o “consolidados” (CAPC, o CAC, respectivamente), tendremos entonces DES de las IES del SNES de calidad certificada a través de los organismos federales diseñados para tal fin. Para completar el cuadro de la calidad, se tendrían que añadir las labores que hace el Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL, con exámenes nacionales de ingreso -EXANI-y egreso -EGEL-), los Consejos Inter-Institucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIIES), y lo que hacen los Comités para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES). Eso, sin contar lo que desde 1984 hace para el nivel del posgrado y la investigación el CONACYT, a través del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) o el Padrón Nacional de Programas de Calidad (PNCP).

Esa supuesto relativamente simple sin embargo, se transforma en una lógica burocrática engorrosa, complicada e incomprensible para los mortales académicos. Veamos: un PTC que quiere participar en el PRODEP a través de su DES-IES, para obtener un RPD o un ARPD, y pertenecer a un CAPC o a un CAC, tiene que elaborar una solicitud apoyado por su RIP (Representante Institucional del Programa), para verificar que sea congruente con el PFCE, llenar todos los rubros de la solicitud: cursos y seminario impartidos en los últimos tres años, productividad académica, participación en órganos académicos colegiados, actividades de vinculación institucional, participación en reformas curriculares a programas de estudios o en el diseño de nuevos programas. Para entender lo que significa todo ello, las convocatorias respectivas recomiendan a los RIPS de las IES del SNES que, a su vez, sugieran a los PTC´s de sus DES que lean con atención las “reglas de operación” del PRODEP, publicadas en el Diario Oficial de la Federación. (Son más de 100 páginas, minuciosas en la clasificación y descripción de cada uno de los rubros y productos que se evalúan en el Programa).

Revisar, examinar, organizar y reunir las evidencias de los distintos rubros no es una tarea fácil. Los PTC´s se convierten en burócratas de sí mismos, y forman parte de una estructura de gestión burocrática aún más grande. El resultado es que las fronteras entre la actividad académica y la actividad burocrática se diluyen durante las tres o cuatro semanas que los PTC de las IES deben dedicar al llenado de los formularios del PRODEP. Si a ello se añaden las solicitudes para renovar la membresía en el SNI o la que se dedica para organizar y registrar una solicitud de CAPC o CAC apoyado por las DES de sus IES, más de algún académico caerá tarde o temprano en la cuenta de que Dios no existe.

Además, las rúbricas de la solicitud deber ser firmadas en original en cuatro tantos por cada solicitante con tinta azul, pues de no ser así no serán “validadas”. Adicionalmente, los RIP´s de las IES nos advierten que las evidencias que acompañan la solicitud no deben estar engrapadas o con clips. Eso es, junto con el largo siglario precedente, calidad educativa. Parafraseando a Oscar Chávez, podemos decir que configura la peculiar química, botánica, retórica y sistema decimal de la métrica mexicana de la calidad del SNES.





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