Thursday, April 15, 2021

Retrato de la era de la vacunación

Retratos de la era de la vacunación Adrián Acosta Silva El Plan Nacional de Vacunación instrumentado por el gobierno federal para aplicar a la población de adultos mayores los “biológicos” contra el COVID-19 ha provocado escenas interesantes, algunas curiosas, otras desconcertantes. En la zona metropolitana de Guadalajara, por ejemplo, el Plan inició en marzo en los municipios de Tlaquepaque, Tonalá y Guadalajara, y en los primeros días de abril en Zapopan. La constante fue la súbita aglomeración de ciudadanos formados horas y hasta dias antes de las fechas anunciadas por las autoridades. Largas filas de ciudadanos y de automóviles se formaron afuera de los sitios anunicados para llevar a cabo la vacunación masiva,en un ambiente inicialmente de entusiasmo que conforme el reloj marcaba las horas se tornó en aburrimiento, hastío y enfado. El clima social del momento mezcla emociones de incertidumbre y esperanza, ansiedad y temor, en algunos angustia, en otros desesperación. Luego de un año de vivir la experiencia del encierro, del distanciamiento social, del uso masivo y cotidiano de cubrebocas, de la desinfección obsesiva de manos y cosas, las emociones provocadas por la pandemia se acumulaban en los miles de ciudadanos que esperaban en los centros de vacunación. “El miedo es algo poderoso” escribió en alguna canción Bruce Springsteen, y una de las múltiples formas del miedo -el miedo a adquirir la enfermedad- se habia colocado en el centro de las emociones provocadas por el riesgo de contagio del virus. En autos o a pie, los adultos mayores esperaban con paciencia la apertura de los módulos instalados en universidades, estadios de fútbol, escuelas preparatorias, auditorios o parques públicos. Médicos, enfermeras, voluntarios, personal de la Delegación estatal de la Secretaría del Bienestar (“servidores de la nación”), funcionarios de la secretaría de salud estatal, inauguraban con la solemnidad de la ocasión los inicios de la campaña entre los tapatíos, y grupos de jóvenes animadores trataban de entusiasmar con bailes, agua y frutas la espera de los miles de adultos que aguardaban con paciencia y disciplina su turno para la aplicación de las vacunas. Fueron escenas inusuales de ciudadanos aplicándose vacunas. Una enfermera, un médico de supervisión, el señor o la señora con el brazo descubierto, un par de voluntarios de apoyo, vigilantes aburridos, estudiantes de medicina observando, familiares tomando fotografías del momento justo de la inyección, todos situados en espacios abiertos, cubiertos con toldos, bajo un sol de abril cayendo a plomo desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Era, sin duda, un espectáculo sociológico, donde un hecho (la vacunación) implicó la movilización organizada de personas, símbolos, recursos, conocimientos, adaptación de espacios, gestión de tiempos y movimientos. Daba la impresión de que la ciudad se había convertido por unos días en una gran fábrica de vacunación. La planeación tuvo contratiempos, anécdotas y contingencias de mayor o menor escala, como suele suceder en procesos que implican la paricipación de decenas de miles de personas en tiempos y espacios acotados. Pero la mayor fue la gran cantidad de vacunas que se quedaron sin aplicar (sólo en Zapopan, por ejemplo, sobraron 52 mil de ellas). Ya los sociólogos, los psicólogos, los antropólogos o los historiadores explicarán quizá, en algún momento, las causas del fenómeno. ¿Sobreestimación estadística de la población de adultos mayores? ¿Subestimación de los grados del rechazo, desconfianza, incredulidad o escepticismo de los adultos mayores para aplicarse la vacunas? ¿imposibilidad de traslados a los puestos de vacunación derivada de condiciones de salud, ubicación geográfica o situaciones familiares de los ciudadanos? ¿Fe en dios, incredulidad en la ciencia? ¿Negligencia, apatía, pereza? Sabemos que no hay fenómenos sociales unicausales. La aparente simpleza de un hecho es el resultado de varios factores, dominados por una cobinación de fuerzas objetivas o invisibles. La pandemia ha ocasionado una reorganización veloz de prácticas, percepciones y relaciones entre la población, entre ciudadanos y gobiernos. El proceso pandémico es un fenómeno sociológico que vale la pena examinar como suele ocurrir con las contingencias catastróficas. La vacunación es, por ahora, su zona cero.

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