Thursday, April 08, 2021

Educar en la crisis

Estación de paso Educar en la crisis: el informe ECOVID-ED 2020 Adrián Acosta Silva (Campus Milenio, 8/04/2021) El 23 de marzo pasado, el INEGI dio a conocer los resultados de una encuesta para medir el impacto del COVID-19 en la educación. Se trata del primer esfuerzo a nivel nacional para conocer la magnitud y profundidad de los efectos de la pandemia en el conjunto del sistema educativo. Levantada a finales del 2020, la encuesta ofrece datos interesantes (y preocupantes) sobre los impactos en la población escolarizada del país. ¿Cómo afectaron a los distintos niveles educativos? ¿Qué tipo de condiciones enfrentaron los estudiantes y qué estrategias utilizaron para adaptarse a los entornos virtuales de los aprendizajes? ¿Cuáles fueron los impactos de la pandemia en las tasas de cancelación, abandono o pausas escolares? ¿En que proporción variables como origen social, sexo, ingreso económico, o territorio, explican los impactos diferenciados entre la población? La encuesta ECOVID-ED 2020 proporciona información valiosa para tratar de responder a esas preguntas. De manera breve, la información de la encuesta puede ser analizada en, por lo menos, 3 puntos principales: 1) el impacto en el tamaño y comportamientos de la población escolar; 2) las percepciones individuales y condiciones familiares sobre la experiencia de la crisis en sus entornos inmediatos; y 3) las implicaciones financieras de la adaptación en las economías familiares. 1.Los comportamientos. La población comprendida en el rango de los 3 a los 29 años es de 57.2 millones, según el censo de población y vivienda de 2020. El 61.3% cuentan con educación básica, el 20.1% media superior,y sólo 12.2% cuentan con estudios superiores. 6.3% no tienen escolaridad. De esa población total, para el ciclo escolar 2019-2020 estaban inscritos 33.6 millones de estudiantes en todos los niveles, y para el ciclo siguiente (2020-2021) la cifra disminuyó a 32.9 millones, es decir, 730 mil estudiantes menos, niños y jóvenes que abandonaron los estudios en el transcurso del ciclo anterior o que no se inscribieron al ciclo actual. Esa disminución es en sí misma relevante. Resaltan los datos referidos a la no inscripción de la población en alguna modalidad educativa. 5.2 millones de niños y jóvenes en edad escolar (3-29 años) no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por motivos económicos (2.9 millones) o por la pandemia (2.3 millones). En educación media superior, no concluyeron el ciclo 2019-2020 el 3.6% de los estudiantes, y en el nivel superior el 2.2%. Específicamente, el motivo que expresaron para abandonar los estudios 44 de cada 100 estudiantes de nivel superior fue el COVID, mientras que para media superior fue de 36 de cada 100. Eso significa que, por la pandemia, los jóvenes tuvieron que dedicarse a buscar trabajo o a los cuidados y atención en sus entornos familiares. La falta de recursos económicos o por el COVID-19 explican las decisiones de abandono o no inscripción de muchos estudiantes (1.8 millones) de todos los niveles del sistema educativo. La mayoría (1.5 millones) corresponden a escuelas públicas y una proporción relativamente baja (234 mil) a las escuelas privadas. Para un sistema donde el 89% de la matrícula es pública y el 11% es privada, esos datos son relativamente consistentes con la estructura y distribución de dichas ofertas. 2.Percepciones y condiciones. Hay datos que tiene que ver con las percepciones individuales y las condiciones familiares que experimentaron los encuestados a lo largo de los primeros 9 meses de la crisis (marzo-diciembre del 2020). El 26.6% de los estudiantes encuestados inscritos en el actual ciclo escolar consideró que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, el 25% señala que durante la crisis sus padres o tutores se quedaron sin trabajo, el 21.9% informó que carace de computadoras, dispositivos o conexión a internet para trabajar en las plataformas virtuales, y un 19.3% expresaron que el motivo fue que la escuela “cerró definitivamente”. Por otro lado, la gestión del tiempo escolar es un asunto clave para entender como se organizaron los individuos y sus familias para adaptarse a la situación. En educación superior, la mayor parte de los encuestados (35.7%) manifestaron dedicar entre 3 y 5 horas a las clases a distancia y actividades escolares, el 30.9% expresaron dedicar 8 horas o más, el 26.6% entre 6 y 7 horas, y solo un 6.6% dedicaron menos de 3 horas diarias. 3.Los costos de la crisis. Finalmente, está el tema de los costos financieros de la crisis en las familias. Un porcentaje importante de la muestra afirma haber realizado gastos adicionales a lo largo de los primeros meses de la pandemia. El 28.6% tuvo que comprar un teléfono inteligente; el 26.4% contratar un servicio de internet fijo; el 20.9% tuvo que realizar adecuaciones a sus espacios (sillas, escritorios, mesas); el 14.3% tuvo que adquirir una computadora portátil o de escritorio. No hay datos que permitan apreciar en cuáles segmentos de esas poblaciones ocurrieron los gastos de adaptación urgente a los requerimientos de la tele-educación, pero es probable que se concentren en las familias de ingresos medios y bajos. La información proporcionada por la ECOVID-ED es útil para evaluar no sólo con mayor rigor las huellas de la crisis en la población educativa, sino también para diseñar e instrumentar agendas de acción pública que aborden la nueva complejidad institucional y social de la educación mexicana que rápidamente emerge de la crisis.

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