Thursday, February 02, 2023

Espectáculo y repertorio

Diario de incertidumbres México, hoy: espectáculo y reparto Adrián Acosta Silva (Campus-Milenio, 02/02/2023) https://suplementocampus.com/mexico-hoy-espectaculo-y-reparto/ En el teatro de la era obradorista, los actores protagonizan una tensión permanente gobernada por el enfrentamiento entre la lógica del oficialismo y la de sus oposiciones. A veces, parafraseando a Oscar Wilde, la política (como la vida) es “un gran espectáculo pero con un reparto deplorable”, donde las descalificaciones, los gritos e insultos presidenciales habitan el lenguaje de la época. En la colaboración anterior, hablamos del perfil protagónico del oficialismo en este espectáculo de baja calidad pero de alta intensidad. Ahora revisamos el perfil de los liderazgos de sus oposiciones políticas. PRI: un liderazgo cuestionado. Los escándalos de corrupción del sexenio pasado (2012-2018), afectaron las representaciones sociales de un partido fracturado por conflictos internos. En esas circunstancias, el liderazgo representado por un exgobernador estatal (Alejandro Moreno, “Alito”) se abrió paso entre las ruinas y escándalos del priismo, hasta alcanzar la jefatura del partido. Sin embargo, muy pronto nuevos pleitos sacudieron este liderazgo y llevaron a la crisis de la alianza electoral de “Va por México” luego de las elecciones intermedias del 2021. Un liderazgo frágil y debilitado por nuevos escándalos expresa las contradicciones del partido hegemónico de la política mexicana postrevolucionaria. PAN: un liderazgo fragmentado. Luego del contundente triunfo electoral de MORENA en 2018, el PAN sufrió una crisis institucional expresada en pleitos, fracturas y abandonos de distintas figuras y corrientes que habían coexistido entre tensiones durante los años dorados del panismo como gobierno nacional (2000-2012. La figura de Marko Cortés como presidente del partido, representa el intento por evitar las fracturas internas pero también por salvar del naufragio electoral del partido a nivel nacional y subnacional impulsando una política de alianzas con el PRI y el PRD. PRD: un liderazgo testimonial. Quizá el impacto mayor del triunfo electoral del obradorismo lo experimentó el dramático “vaciamiento” del PRD. Luego de la fuga de militantes y corrientes afiliadas al liderazgo de AMLO, el partido surgido de las cuestionadas elecciones presidenciales de 1988 enfrentó una profunda crisis político-electoral. El abandono del obradorismo de las filas del PRD en 2013 a raíz de la firma del acuerdo del “Pacto por México”, significó un desfondamiento de militantes y corrientes, que terminarían por reagruparse en un nuevo partido (MORENA), que superaría en 2015 los votos del PRD y en 2018 alcanzaría el triunfo presidencial. La figura triste de Jesús Zambrano aparece como el aliado más débil y prácticamente testimonial en la alianza “Va por México”. MC: un liderazgo solitario. Luego de participar junto con el PAN y el PRD como parte de la alianza electoral “Por México al frente” en las elecciones federales del 2018, para 2020 el partido re-fundado como Movimiento Ciudadano en 2011 decidió participar sin alianzas nacionales en las elecciones intermedias de 2021. El liderazgo de Clemente Castañeda expresa el cálculo partidista de caracterizar la imagen de ese partido como diferente de los partidos tradicionales y de MORENA, y que le reditúa en votos y simpatizantes, sobre todo a partir de sus triunfos electorales en gubernaturas en estados como Jalisco (2018) y Nuevo León (2021). Se trata de un liderazgo solitario orientado a fortalecer la identidad de ese partido entre las fuerzas opositoras al morenismo, pero también entre los escépticos a las otras opciones partidistas. Traducciones contextuales en la educación superior La conclusión de la compleja situación política mexicana de los años del obradorismo es una hipótesis interpretativa elaborada al filo del último tercio del gobierno obradorista: el oficialismo obradorista y su narrativa transformacionista es una ilusión poderosa, cuyo fortalecimiento es directamente proporcional al estancamiento de las narrativas opositoras que se han desarrollado luego de las elecciones intermedias del 2021. Un ingrediente clave de estas relaciones entre el oficialismo y sus oposiciones es el perfil de los liderazgos políticos partidarios, un espacio en el que los comportamientos dispersos de la oposición palidecen frente a la férrea disciplina presidencialista que hasta hoy el obradorismo impone al partido en el poder, gobernada por la “ceguedad maquinal, clausura de juicio, palo de ciego”, como se refería Don Manuel Azaña a esos comportamientos político-burocráticos. En estas circunstancias, una alternativa posible para cambiar los equilibrios entre las fuerzas políticas es la posibilidad de una grave fractura al interior del oficialismo de cara a la selección del candidato o candidata presidencial del obradorismo para las elecciones federales del 2024. Esta hipótesis tendría como condición el endurecimiento de las protestas y movlizaciones políticas y sociales que caracterizan el orden político mexicano contemporáneo, surgidas de factores causales derivados de la oxidación de estructuras y prácticas de gestión de los intereses de una sociedad fragmentada y desigual. La ineficacia gubernamental y la debilidad sistémica de la gestión política de los asuntos públicos en temas como la seguridad pública, la violencia, la educación, el práctico estancamiento económico experimentado desde el 2015, la desigualdad de oportunidades de movilidad social ascendente entre poblaciones y territorios diversos, configura un escenario poco favorable a la solución política de los problemas públicos. Aquí permanece latente la tensión entre el poder social y el orden político del México contemporáneo. Es una nueva transición entre la democratización y el autoritarismo o, más específicamente, entre una democracia representativa y pluralista y una “democracia desfigurada” (como define Nadia Urbinati a los populismos contemporáneos), gobernada por un sistema de partido hegemónico de tendencias autocráticas. Es una clásica disputa por la legitimidad de proyectos en un horizonte convulsivo y confuso, en el cual no cabe, como apuntaba Gramsci hace casi un siglo, la indiferencia política. ¿Cuál es el escenario que este contexto impone a la educación superior? ¿Como se traducen esas tensiones en los campus universitarios? ¿Cuáles son sus efectos, determinaciones o influencias en la “política de las políticas” de la educación superior? Según es fama, la política siempre es un juego que se desarrolla en el corto plazo, pero sus resultados son visibles hasta el final del partido. Eso también ocurre en la educación superior, de lo cual trataremos en las próximas colaboraciones.

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