Thursday, October 26, 2023

Problemas, dilemas y anatemas (2)

Diario de incertidumbres Ciencia y tecnología: problemas, dilemas y anatemas (2) Adrián Acosta Silva (Campus Milenio, 26/10/2023) https://suplementocampus.com/ciencia-y-tecnologia-problemas-dilemas-y-anatemas-ii/ Los tres “paquetes” de cuestiones señaladas en la colaboración anterior, extraídas de la experiencia mexicana de los últimos veinte años en el campo de las políticas de ciencia y tecnología, apuntan hacia vaios dilemas relacionados directamente con los posibles escenarios futuros del sector: ¿Cuál puede ser el mejor futuro del Conhacyt, del Sni, de los programas de posgrado, de las universidades y los centros públicos de investigación, de los fondos públicos para los proyectos científicos? ¿Cómo legitimar el origen y desempeño de las autoridades públicas en el sector?¿Es factible pensar en crear una secretaría federal de educación superior, ciencia y tecnología? ¿Es mejor reformar, otra vez, la estructura y funciones del Consejo Nacional, pero dotándolo de mayor autonomía y asegurando un financiamiento estable y creciente, bajo el ropaje de (otra vez) una nueva legislación federal? ¿Es posible pensar en una Academia Nacional o Federal de Ciencia como organismo público no gubernamental, descentralizado y autónomo?. Estas ideas y propuestas han sido formuladas por distintas voces desde hace tiempo, y algunas han sido incluidas como temas de conversaciones privadas, debates públicos y acciones institucionales en ciertos momentos del pasado reciente. No obstante, la valoración cuidadosa de esas ideas y experiencias exige un clima político reflexivo y propositivo que por ahora no tenemos. Experimentamos desde hace tiempo los ominosos efectos de la era de fanatismos en México y en todo el mundo. Uno es el fanatismo neoliberal, otro es el fanatismo populista, y de cada uno han emergido fundamentalismos irreconciliables que han sembrado el campo de anatemas. Son formas enfrentadas de pensamiento único que han dominado en distintos períodos las orientaciones políticas de las políticas públicas. Hoy como ayer, el mercado o el estado se ven recíprocamente como conjuntos de problemas o como promesas de soluciones, como fatalidades o como oportunidades, en los cuales la lógica de la ciencia (sus prácticas, actores, sus procesos formativos e investigativos) depende, en parte, de las orientaciones de políticas. Bajo el clima tóxico de las polarizaciones ideológicas y los pleitos presentes y futuros por el poder representativo de la temporada, la política como ejercicio de racionalización erosiona sus potencialidades transformadoras. La premisa de cualquier ejercicio de imaginación supone la creación de condiciones favorables al diálogo informado, abierto a los acuerdos que conduzcan a un nuevo esquema de políticas públicas y no sólo gubernamentales sobre la ciencia, la tecnología y la educación superior. Quizá sea preciso reconocer que cualquier tipo de futuro de la ciencia y la tecnología en México significa no el (re) diseño de alguna utopía más o menos organizada para el sector, sino una representación de cómo se pueden relacionar de otro modo las cosas, no cómo serán (una profecía), o cómo deben ser ésas relaciones (una visión normativa). Bajo esta premisa, la creación de una nueva agencia gubernamental, organismo público autónomo, o secretaría federal que coordine las redes subnacionales e institucionales vinculadas al ejercicio de actividades científicas o tecnológicas, o iniciativas de una nueva legislación federal o de reglamentaciones específicas, no resuelve por sí misma el problema de las relaciones entre los distintos componentes de una política nacional de largo plazo para el sector. Las experiencias subnacionales en México muestran las limitaciones de crear agencias, secretarías y organismos que no han logrado articular consistentemente esas relaciones. En sexenios pasados, el gobierno de la Ciudad de México creó la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, o el Gobierno de Jalisco, echó a andar la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. En ambos casos, los resultados han sido difusos. A nivel internacional, las experiencias acumuladas a lo largo del siglo XXI sobre organización del sector muestran una gran diversidad de modos de articulación de las actividades de ciencia, tecnología e innovación. No obstante, existen dos principios básicos comunes: la presencia del gobierno federal o nacional como actor estratégico pero no exclusivo de las políticas, y el carácter transversal de las políticas científicas, que unen a la CyT principalmente con la política educativa y con la política económica. Ministerios gubernamentales, agencias públicas, programas estratégicos o especiales, institutos, organismos mixtos público-social-privado, configuran los espacios que diseñan e instrumentan acciones, incentivos y evaluaciones de las relaciones entre ciencia, tecnología, innovación y desarrollo. Pensar en esa forma de relacionar de otro modo las cosas, de cómo se pueden representar adecuadamente los vínculos entre la formación de investigadores, la expansión de los posgrados, el reconocimiento, apoyo e incentivos para los investigadores, los proyectos y los campos disciplinarios, el fortalecimiento de los centros públicos de investigación, el presupuesto público y los financiamientos privados, el impulso a la carrera científica, las artes y las humanidades, es una tarea política e intelectual extraordinariamente compleja. Pero ese es el gran desafío que enfrentan las comunidades científicas y los gobiernos por venir. La “estética de la realidad” que representan las políticas de CyT son necesariamente limitadas porque generalmente asumen que los individuos o las instituciones se comportan o deben comportarse de acuerdo a sus programas, incentivos y disposiciones. La observación y la experiencia acumulada a lo largo de los últimos años a nivel nacional e internacional muestra la compleja mixtura de contextos institucionales, umbrales de libertades académicas, perfiles disciplinarios, prácticas, actores y limitaciones que subyacen en el subsuelo académico profundo de las actividades cientifico-tecnológicas, y que se derivan, salvo excepciones, de tradiciones y estilos muy diferentes, dificilmente clasificables en programas y políticas. Reconocer esa complejidad como parte de las limitaciones de las políticas públicas es uno de los principios básicos de pensar de forma diferente el tipo de futuros que se pueden imaginar para el sector.

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