Monday, January 11, 2016

La hora del posgrado

Estación de paso

La hora del posgrado

Adrián Acosta Silva

(Campus Milenio, 07/01/2015)

La tendencia hacia la expansión del posgrado en México es uno de los rasgos característicos de la agenda contemporánea de la educación superior en nuestro país y en buena parte del mundo. En lo que va del siglo XXI, el crecimiento de la oferta de los programas de posgrado está asociado a un incremento de la demanda de jóvenes que buscan continuar sus estudios luego de egresar de la licenciatura universitaria, pero también de profesionistas ya no tan jóvenes que buscan reincorporarse tardíamente a una maestría o doctorado para mejorar su posición en el campo laboral, para reorientar sus intereses, ampliar sus capacidades o para satisfacer sus inquietudes profesionales, académicas o intelectuales.

Los cuatro o cinco años de la formación universitaria tradicional ya no parecen ser suficientes para la construcción de trayectorias académicas o profesionales que garanticen umbrales mínimos de “éxito” laboral. Los cambios en los humores de los mercados laborales, las tendencias hacia la precarización de los empleos, las nuevas necesidades simbólicas o reales de la sociedad del conocimiento, basadas en la especialización y en la innovación científica o tecnológica, son algunos de los factores que parecen incidir en la rápida expansión de los posgrados en nuestro país. Según datos recientes, hoy casi 300 mil estudiantes están inscritos en alguno de los más de 6,500 programas de maestría o de doctorado que se ofrecen en las instituciones públicas y privadas mexicanas. Además, según algunas proyecciones estadísticas, de continuar las tasas de crecimiento de la matrícula observadas en los últimos 15 años, hacia el año 2030 alcanzaremos la cantidad de 3 millones de estudiantes de posgrado en el país.

Esta expansión es por sí misma un desafío político, organizacional e institucional para la educación superior mexicana. La diversidad y heterogeneidad tanto de los programas como de los estudiantes que los cursan son parte de las características básicas de la expansión reciente que marcarán cualquier tipo de escenario futuro del posgrado nacional. Diversidad en términos de la naturaleza de las disciplinas y áreas del conocimiento de los posgrados, pero también del tipo de estudiantes que ingresan, transitan y egresan de dichos programas. Heterogeneidad en términos de la orientación y estructuración de las ofertas de maestrías y doctorados (profesionalizantes, de investigación o mixtas). Juegan también de manera importante factores institucionales como las capacidades académicas y de investigación de los establecimientos de educación superior públicos o privados que ofrecen los posgrados, o también si están inscritos o no en programas públicos de acreditación de la calidad como es el Padrón Nacional de Posgrados de Calidad (PNCP) del CONACYT.

¿Qué sabemos hoy del posgrado nacional? Hay cuatro hallazgos importantes cuando se revisan los datos generales al respecto. En primer lugar, que la mayor parte de los programas y de la matrícula se concentran en las modalidades de especialidad (abrumadoramente influidas por las médicas), y de maestría. La matrícula del doctorado ocupa una proporción minoritaria en el conjunto del posgrado. En segundo lugar, que sólo una cuarta parte de los posgrados están reconocidos por el PNCP; en otras palabras, el 75% de los programas que hoy se ofrecen no son sometidos a evaluación ni considerados de buena calidad por este instrumento federal de políticas. En tercer lugar, que la mayor parte de los posgrados son de orientación profesionalizante, no de investigación. Y finalmente, que la mayor parte de los programas y matrículas del posgrado nacional se concentran en las áreas de las Ciencias Sociales y Económicas (41%), de Humanidades y Ciencias de la Conducta (38%), seguidas de lejos por las de las Ciencias de la Ingeniería (9%), las Ciencias de la Salud (6%), Física, Matemáticas y Ciencias de la Tierra (3%), Biotecnología y Ciencias Agropecuarias (2%) y Biología y Química (1%).

Estos datos revelan, en principio, la enorme complejidad de los comportamientos académicos, estudiantes e institucionales del posgrado nacional, donde coexisten programas de formación de tiempo completo con programas de fines de semana, programas presenciales, virtuales o mixtos, basados fuertemente en la investigación o centrados predominantemente en la habilitación profesional, ofrecidos por instituciones públicas o privadas con fuerte tradición y prestigio en las áreas de formación ligadas al posgrado o, en el otro extremo, decenas de establecimientos de dudosa calidad que han encontrado en el posgrado nuevos nichos de mercado. Hay también, como ha ocurrido desde hace años en el nivel de licenciatura, la proliferación de establecimientos que ofrecen estudios de maestría y de doctorado en condiciones de rapidez y bajo costo, que utilizan como incentivo a la demanda el reconocimiento de las trayectorias profesionales de los solicitantes para habilitarlos en el corto plazo con títulos que los acrediten como nuevos maestros o doctores en el mercado académico y profesional.

Esta aproximación al análisis del posgrado requiere sin embargo de mayores y mejores instrumentos para determinar con mayor precisión el tipo de desafíos que requiere una política nacional, pública, de fortalecimiento, de reorientación o de innovación sobre el posgrado nacional. Necesitamos saber más sobre las motivaciones, las creencias, los perfiles y las expectativas de los estudiantes de ese nivel educativo en las diferentes disciplinas y áreas del conocimiento. Pero también requerimos mayor conocimiento sobre las trayectorias de ingreso, de tránsito y egreso de los diversos tipos de estudiantes de posgrado en el mundo laboral, profesional y académico, los factores institucionales que influyen en las decisiones de los individuos para ingresar a alguna modalidad del posgrado, o las contribuciones que los programas y sus egresados tienen en el desarrollo profesional, tecnológico o científico local, regional o nacional. En fin, requerimos de una visión más clara sobre lo que ocurre en el posgrado nacional para estar en condiciones de construir mejores escenarios futuros para una expansión regulada, deliberada y estratégica, del tipo de posgrado que más conviene al país.

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