Tuesday, November 30, 2021

Crónicas de música y política

Crónicas de música y política Adrián Acosta Silva (Nexos, Blog de música, 29/11/2021) A primera vista, quizá no existan dos actividades tan distantes como las del político y la del músico. Casi por (auto) definición, un político es lo opuesto a un músico, y la mayor parte de los músicos se declaran apolíticos. Siendo más oficios que profesiones, ambas actividades miran en direcciones distintas. Una tiene que ver con el poder, con sus relaciones y reglas, con la vida partidista, de grupos y tribus, con aprendizajes rápidos y decepciones lentas, con la gestión de la frustración, con la búsqueda de un puñado de ideales articulados a un par de proyectos más o menos coherentes, concentrados en la negociación rutinaria de intereses, pasiones y conflictos. La otra se asocia a la exploración de sonidos y letras, al ejercicio de la curiosidad, la imaginación y la inspiración necesarias para traducir realidades múltiples en canciones gobernadas por la compleja geografía de los sentimientos, expresadas por manos ágiles, partituras inteligentes y voces más o menos afortunadas. Ninguna universidad ofrece programas de formación de políticos exitosos (aunque hay miles de cursos, cursillos, talleres, conferencias, consultores que se promueven por todos lados al respecto), y tampoco nunguna escuela de música garantiza la formación de cantantes, ejecutores o compositores que alcancen la fama, la fortuna y el éxito en sus trayectorias. La política y la música son guiadas por una mezcla imprecisa de talento y oficio, de fortuna y virtud, aunque en ocasiones la educación ayuda a mejorar esas cualidades. La música preferida del político es el poder, su capacidad de representación y negociación de intereses propios y ajenos. La política del músico es alcanzar influencia en las sensibilidades de otros, su capacidad para trasmitir emociones e imágenes. Una se mide con votos y puestos. La otra, con discos y conciertos. Ambas se unen con el discreto encanto del dinero. Hay políticos a los que les gustaría ser músicos, y músicos a los que les seduce ser políticos. Es díficil identificar conexiones entre ambos mundos que vayan más allá de la cursilería, los elogios mutuos, los clichés y el rosario de los lugares comunes. Y sin embargo, esos enlaces a veces suceden. Tal es el caso de Renegados. Born in the USA (Debate, México, 2021). Un expresidente popular (Barack Obama) y un músico famoso (Bruce Springsteen) se reunieron a conversar durante el verano del 2020 en torno a temas de interés común, dictados por la intución, la experiencia y la incertidumbre ocasionada por la pandemia. Originalmente producido como un podcast, ese ejercicio mezcla los componentes propios de dos amigos que conversan frente a una taza de café un lunes por la mañana o unas cervezas frías algún viernes por la tarde. Es un muestrario de anécdotas, impresiones y recuerdos, un laberinto memorístico marcado por acontecimientos colectivos, historias familiares y trayectorias personales. No se trata solamente de una conversación entre amigos que se admiran mutuamente -alguna vez escribió Paul Auster que una amistad sólida sólo es posible entre dos personas que se admiran-, sino también de la reconstrucción subjetiva, inevitablemente arbitraria y azarosa, sin pretensiones, de una época y un contexto que comparten con algunos o millones de sus respectivos seguidores y detractores. Los orígenes de los dos personajes son muy distintos. Uno nación en Honolulú en 1961, el otro en Nueva Jersey en 1949. Obama tiene hoy 60 años y Springsteen 72. Uno es negro, de una familia biracial; el otro, blanco, de una familia de clase obrera. Uno estudió una licenciatura en la Universidad de Chicago, luego un posgrado en Harvard y fue profesor de leyes en la Universidad de Chicago. El otro, obtuvo el grado de bachelor en la Freedhold High School de Nueva Jersey, abandonó los estudios y a los veinte años de edad se dedicó a tocar con una banda de amigos de su barrio natal (E Street Band). Pero la diferencia de edades y escolaridades no explica el misterio de afinidades electivas comunes, y muchas de ellas se forjaron con los ritmos y sonoridades de la música de fondo que acompaña sus trayectorias vitales. Con Obama en la presidencia, se organizaron una serie de actuaciones en la Casa Blanca dirigidas a reconocer el cáracter multicultural de la sociedad americana: música popular, poesía, música y spoken word, música latina, música clásica, el sonido motown, música country, soul y blues. Por ahí actuaron en 2009 Tony Bennett y Stevie Wonder, Esperanza Spalding y Los Lobos; en 2010 la violoncelista Alisa Weilerstein y la activista Joan Baez, Bob Dylan y Smokey Robinson; en 2011 Kris Kristofferson y Alison Krauss; en 2012, Mick Jagger y Jeff Beck, Diana Krall y Burt Bacharach; en 2014 Mavis Staples y Aretha Franklin, y el propio Springsteen, en 2015. Este, por su parte, montó en 2017 una obra de teatro autobiográfica (Springsteen on Broadway), lanzó en los últimos años un par de discos de buena factura: Western Stars (2019) y Letter to You (2020), y apoyó con entusiasmo la campaña del candidato demócrata Joe Biden a la presidencia. El libro reproduce el tono coloquial de una larga charla entre amigos. Como tal, hay divagaciones y afirmaciones difusas, momentos aburridos, apuntes impresionistas, revelaciones emocionales y convicciones políticas o estéticas. Las 316 páginas del texto navegan con frases de diferentes intensidades y profundidades, que van del testimonio personal a la entrevista mutua. Recuerdos firmes, convicciones poderosas e incertidumbres compartidas imprimen diversas tonalidades a la charla, que en ocasiones sólo son comprensibles o interesantes para sus protagonistas. El humor, los sarcasmos e ironías, las coincidencias, las preocupaciones, los elogios a la lealtad, la responsabilidad y el compromiso social de la política o de la música, configuran las coordenadas morales que gobiernan la conversación entre el político demócrata y el músico de rock. El largo conversatorio entre Obama (BO) y Springsteen (BS) ofrece algunas viñetas interesantes sobre algunos temas. Éstas son algunas de ellas: Sobre la apropiación cultural BO: Todo eso de la apropiación cultural…La verdad es que no soy muy partidario de definir estrictamente quién puede hacer qué. BS: Estoy de acuerdo BO: Creo que todos hemos robado algo BS: Todo el mundo, en todos lados. Música y política BS: Con Born in the USA (1984) fue cuando supimos que era lo que teníamos que hacer, como banda, un poco como unidad social y también como unidad de entretenimiento, y cómo íbamos a fundir esas tres cosas. BO: Ser testigo de ese espíritu me hizo pensar: “Estaría bien que los políticos se comportasen así, como unos tipos que están tocando una buena canción”. Trabajar y bailar BS: Quiero transmitir una alegría salvaje y un hambre voraz por la vida. El sueño americano (otra vez) BO: ¿Qué hacía falta para restaurar la fe en la promesa de Estados Unidos? ¿Cómo contar un nuevo relato sobre el país que nos una, que sea fiel a nuestros ideales más elevados y almismo tiempo muestre con sinceridad los aspectos en que nos hemos quedado cortos? BS: En Estados Unidos, noventa y nueve céntimos no van a llevarte adonde quieres ir. Necesitas el dólar completo, amigo mío. BO: Lo que quiero hacer ahora es contar una historia que se contraponga a la historia que dice que el sueño americano lo define el hecho de acabar en lo más alto de una pirámide que cada día es más empinada o de que cuanta más gente haya debajo de ti, mejor. Las viñetas se acompañan de imágenes, fantasmas y apariciones que habitan los largos intercambios contenidos en el libro. Es posible que sean solo del interés de los seguidores de Obama y del Jefe Springsteen, pero quizá también llame la atención de quienes se interesan en comprender los extraños lazos que unen a las personas a través de los complicados caminos que conectan la cultura y la política. Es un texto de palabras y fotografías, de discursos políticos y canciones de letras de rock. Pero también es una biografía a dos voces, con el sonido de fondo de una música que influyó poderosamente en la educación sentimental de varias generaciones. Tal vez esas marcas culturales explican los estilos políticos y estéticos de los conversadores. Las elegantes y prudentes reacciones de Obama frente a los continuos ataques del trumpismo, forman parte del lado luminoso de la corrección política, orientada por la cortesía y la claridad como armas contra el insulto y el racismo. Por su parte, hace unos meses unos policías locales detuvieron a Springsteen por beber unos tequilas a bordo de su auto en un parque público de Nueva Jersey. Pagó su multa y se disculpó. Las actitudes y los comportamientos del expresidente y del rockero son muestras de que las brújulas morales son la clave de la política democrática y la música popular. Señales de que, a pesar de la turbulencia de los tiempos, representan las raíces profundas de la ética de la responsabilidad en una era de oscuridad y confusión política.

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