Thursday, August 31, 2023

Universidad: ideas, intereses y política

Diario de incertidumbres Universidad: ideas, intereses y política Adrián Acosta Silva (Campus-Milenio, 31/08/2023) https://suplementocampus.com/universidad-ideas-intereses-y-politica/ El inicio del proceso de selección de un nuevo rector en la UNAM despierta una ola de inquietudes, preocupaciones y reflexiones muy diversas entre los actores políticos intra y extrauniversitarios. Estas reacciones están estrechamente ligadas a los intereses, los cálculos y las creencias de los actores, detrás de las cuales coexisten ideas vagas, contradictorias o claras sobre el papel y orientaciones de la universidad en la sociedad contemporánea. Esa dimensión -las ideas sobre la universidad- está en el centro de los proyectos y propuestas de quienes participan por la rectoría universitaria, aunque muchas veces sean ideas difusas, encapsuladas en retóricas espesas y frecuentemente inconexas. El asunto no es nuevo. Un largo debate ha acompañado la formación de las ideas sobre la universidad como institución sociocultural. Es un debate de intensidades y perfiles diversos, representados por actores distintos en diferentes momentos. El origen de la discusión tiene que ver con la fundación de las primeras universidades europeas durante la época medieval (Bolonia, París, Salamanca, Coimbra), pero se alargó durante las grandes transformaciones económicas y sociopolíticas de la era de la ilustración y el siglo de las luces, la formación de los estados nacionales y las retóricas nacionalistas y modernizadoras del siglo XIX, y arribó al siglo XX con las grandes transformaciones gobernadas por los espíritus del capitalismo posindustrial, la guerra fría, el neoliberalismo, la globalización y la internacionalización. La historia intelectual de la universidad tiene que ver con imaginarios y representaciones, prácticas y contextos, actores, intereses y conflictos. En México, las universidades coloniales se constituyeron inicialmente como parte de un proyecto mayor: la evangelización de los indios, pero también como un espacio de representación de los intereses de la iglesia, de la corona, de las élites locales. Como espacios intelectuales, las universidades albergaron a lo largo del tiempo uno de los símbolos mayores, emblemáticos, de su poder institucional: los libros. Intérpretes y divulgadores, traductores, escribanos y maestros, discípulos y funcionarios, fueron los actores que utilizaron los libros como instrumentos de legitimidad y poder, el conocimiento como moneda de confianza pública y política de su autoridad e influencia en las sociedades coloniales, en el proceso de independencia y en la problemática construcción del estado nacional. El poder del conocimiento se mantuvo en el centro de la legitimidad política, social y cultural de las universidades a lo largo del convulsionado siglo XIX, aunque la revolución académica impulsada por la idea de la libertad de investigación y aprendizajes que fue formulada por Wilhem von Humboldt a comienzos de ese siglo en la universidad de Berlín, transformó la orientación y estructuras de las universidades europeas y americanas de las primeras décadas del siglo XX. La idea de la universidad de investigación se abrió paso como alternativa a la universidad especializante, profesional, que predominó durante la larga transición entre las universidades medievales y las universidades modernas, y la orientación investigativa se constituyó como el centro de una transformación académica ligada al desarrollo de funciones económicas más allá de las fronteras de los campus universitarios. En México, el debate sobre las ideas y las representaciones de la universidad tiene también una larga historia política e intelectual, sobre todo a partir de 1910, cuando el presidente Porfirio Díaz, asesorado por el grupo de los científicos, decidió la reapertura de la Universidad Nacional de México. Desde ese momento, fue posible identificar a las relaciones entre la universidad y el estado como una de las claves interpretativas de la formación de las ideas, creencias y representaciones sobre la universidad. La historia de la autonomía universitaria como derecho y compromiso, la auto-organización académica y el cogobierno como garantías autonómicas, el financiamiento público como obligación estatal, el proceso de expansión y masificación universitaria, las exigencias de rendición de cuentas basadas en la evaluación de la calidad y el financiamiento público diferenciado, condicionado y competitivo, la aparición de los rankings y las métricas internacionales de prestigio y reputación de las universidades, configuran las diferentes épocas de las representaciones sobre la universidad. Las ideas que hoy predominan en el ambiente universitario son difusas y corresponden a diferentes circunstancias, que hacen díficil ensayar una clasificación más o menos completa de sus enunciados y significaciones contemporáneas. Algunas tienen que ver con la universidad innovadora; otras, con la universidad de investigación. Algunas más con la universidad democrática; otras con la universidad humanista. Alguien habla de la universidad inteligente (smart university), embebido del lenguaje de la inteligencia artificial, los algoritmos y la era digital. Persisten por ahí los restos de viejas retóricas universitarias: la universidad de los profesores, la universidad de los estudiantes. Habría que agregar el de la universidad de las tradiciones, las rutinas y los hábitos intelectuales. Cada una de ellas se coloca en el centro o en los márgenes de realidades universitarias dominadas por las políticas de la austeridad, la sobrecarga de exigencias, las restricciones presupuestales, la politización de los procesos académicos, la desconfianza gubernamental, el escepticismo de las élites de ayer y de hoy. En los hechos, las ideas sobre la universidad son heterogéneas entre las mismas comunidades universitarias, y dependen de la experiencia, posición, intereses y expectativas de sus diferentes actores. La elección de un rector es siempre un proceso de decisiones políticas complejo y delicado. Y una de las dimensiones de esa complejidad procesal es justamente el de la formulación de una idea más o menos clara sobre la universidad de hoy y del futuro. En un clima político gobernado por las retóricas de la descalificación, el insulto y la provocación, el papel de las ideas parece haberse vuelto obsoleto, inapropiado e inútil. La universidad es el sitio apropiado para reclamar el protagonismo de las ideas en la construcción institucional y en el debate público sobre la educación superior. Después de todo, quizá sea necesaria recordar aquella vieja metáfora weberiana sobre la relación entre la ideas y los intereses, donde las primeras funcionan como “guardagujas” que guían el “pesado tren de los intereses”. En el caso de la UNAM, ese tren ya está en marcha.

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