Thursday, November 20, 2025

Generación Z: fantasía y política

Diario de incertidumbres Generación Z: fantasía y política Adrián Acosta Silva (Campus Milenio, 20/11/2025) https://suplementocampus.com/generacion-z-fantasia-y-politica/ Las movilizaciones realizadas el pasado sábado en varias ciudades del país son expresiones de las tensiones políticas que habitan la nueva complejidad social y cultural que caracteriza a la sociedad mexicana del primer cuarto del siglo XXI. Enaltecidas por algunos y descalificadas por otros, esas movilizaciones significan formas de protesta que se asumen como apartidistas, democráticas, antiautoritarias, libertarias, producto del hartazgo contra las violencias e inseguridades que padecen especialmente las y los jóvenes de distintas regiones del país. Entre las causas, los métodos y las formas que asumen las multitudes que se movilizaron ese sábado, se pueden identificar componentes de varias pócimas sociopolíticas. Críticas a la gestión del gobierno de Morena y sus aliados, pero también de otros gobiernos locales y estatales dominados por partidos como Movimiento Ciudadano, el PAN, el PRI y sus diversas coaliciones políticas; reclamos por la ola de violencias, desapariciones y asesinatos cometidos por las redes criminales que dominan a gobiernos y sociedades locales; protestas contra la corrupción y la ineficacia gubernamental en distintas escalas; descalificaciones a los partidos políticos y a sus liderazgos. Ese cóctel de reclamos ha sido apoyado o promovido por grupos y partidos de la derecha, de manera abierta o sigilosa, de los cuales se han deslindado algunos de los organizadores de las protestas en distintos momentos. Muy visiblemente, medios de comunicación asociados a la empresa de TV Azteca, liderada por su dueño, el vociferante Raúl Salinas Pliego, dieron una amplia cobertura a ese acontecimiento. Pero las movilizaciones también fueron descalificadas de antemano por la propia presidenta Sheinbaum en varias mañaneras de la semana pasada, argumentando que eran artificiales, “un engaño”, promovidas por las redes digitales a través de granjas de bots, patrocinadas por grupos identificados como sus opositores, a los que denomina “los mismos de siempre”. Las movilizaciones fueron atribuidas por algunos promotores, medios y analistas a la “Generación Zeta”. Sin embargo, ¿qué es esa generación y qué representa? En la arbitraria jerga juvenilista de la época, tan inclinada a etiquetar a diversos grupos poblacionales a partir de sus edades -“baby-boomers”, “X”, “milennials”, “centennials”, “generación de plata”-, la generación Z es considerada como el grupo etario que nació entre finales de los años noventa y comienzos de la segunda década del siglo XXI. Se le atribuyen varios componentes: nativos digitales, familiarizados con uso de redes sociales, escolarizados, hijas e hijos de clases medias urbanas. Pasaron su niñez viendo series de anime como One Piece, una producción japonesa que mezcla componentes de violencia, sexualidad y fantasías de muy diversos tipos, que incluyen de manera relevante su rebelión frente a gobernantes dictatoriales, autoritarios y tiranos. Riqueza, fama y poder son los componentes del tesoro de un mítico pirata que buscan los protagonistas de esos dibujos animados. Pero en los últimos años de la serie, el giro incluye la lucha contra las injusticias, el racismo, la corrupción, la discriminación y la desigualdad. La bandera de la serie es una calavera, y los promotores de la marcha le agregan un sombrero, en vago homenaje a Carlos Manzo, el presidente municipal de Uruapan asesinado hace unas semanas en esa ciudad michoacana. En México y otros países, estas movilizaciones agitan las banderas de la libertad y la paz como emblemas de sus manifestaciones públicas. Parece claro que las marchas del sábado son expresiones que mezclan los diversos intereses y actores políticos que configuran las fuerzas de oposición a los oficialismos nacional y locales. Después de todo, toda manifestación púbica es siempre una expresión política a favor o en contra de algo, un hecho que representa cierto tipo de creencias y convicciones ideológicas en torno a asuntos críticos de la vida pública. Más allá de las simpatías o antipatías que generan este tipo de movilizaciones, el hecho en sí mismo representa una expresión política acaso insuficiente pero legítima de algunas de sus causas y de sus formas. Lo lamentable de estas movilizaciones es el oportunismo de algunos personajes como el expresidente Fox y líderes panistas y priistas, que se combinaron con las imágenes de violencia que se suscitaron en el zócalo de la ciudad de México o frente al Palacio de Gobierno de Jalisco en Guadalajara, donde escenas de vandalismo protagonizadas por los grupúsculos asociados al “bloque negro”, con la parafernalia de siempre (capuchas, ropa oscura, piedras, palos, petardos), agredieron a policías y ciudadanos, y que fueron respondidos por las autoridades locales con detenciones y golpizas a agresores, pero también a personas inocentes. Ese tipo de violencia acompaña casi siempre las manifestaciones públicas y empaña los esfuerzos pacificadores que proclaman sus organizadores y críticos. No es claro cuál es el significado político y las implicaciones socioculturales que estas expresiones pueden tener en el marco de la simplificación y polarización ideológica e interpretativa que domina la vida pública mexicana en los últimos años. La languidez mortecina que caracteriza a las fuerzas de oposición al oficialismo gobernante parece buscar o propiciar nuevas fuentes de oxígeno relacionadas con los jóvenes reales e imaginarios de la generación Z, donde se mezclan fantasías manga con realidades de malestar e insatisfacción por el orden de los hechos y de las cosas. Frente al espectáculo de ilusiones, descalificaciones, oportunismos, violencias y política, queda la incómoda sensación de que estamos viendo “un marco sin cuadro, un espejo sin luna”, justo como describía Saul Bellow en El viejo sistema esos momentos de confusión reflexiva en la vida de los individuos y de las sociedades.

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