Friday, October 06, 2006

Dylan: instrucciones de uso. Público-Milenio, 7-10-06

Estación de paso
Dylan: instrucciones de uso

Adrián Acosta Silva

Bob Dylan, el hereje, escribió en Desolation Row (1965): “Ezra Pound y T.S. Elliot pelean en la torre del capitán/Mientras unos cantantes de calypso se ríen de ellos/ Y los pescadores les lanzan flores.” La interpretación de esas palabras provocó cierta angustia entre quienes popularizan a Dylan y entre quienes lo santifican. Cuando le preguntaron que quiso decir, Dylan se encogió de hombros y declaró, un tanto cansado: “soy una estrella pop y un músico folck y un profeta político y un poeta surrealista. Y si no les gusta lo que me hace todas esas cosas, ese es su problema”.
Fiel a su ambigüedad, el santo patrono de los roqueros del mundo ha lanzado al ruedo su más reciente encíclica, Modern Times (Columbia, 2006). A tono con su larga trayectoria, el disco es una huella –la número 44 para ser exactos-, en el polvoriento camino de una auténtica piedra rodante de la música contemporánea, que lanza sus dardos envenenados sobre la espalda de los nuevos tiempos modernos. La paradoja dylanesca reaparece desde el título mismo del disco: un vago homenaje a Chaplin, habitado por canciones de ritmo clásico que narran cosas viejas con palabras nuevas. Y lo que se encuentra a lo largo de más reciente decálogo de Dylan es la confirmación del espíritu complejo del oriundo de Minessota, su pericia rítmica, letrística y narrativa, el carácter francamente inclasificable de un músico que forma parte de los tiempos modernos de varias generaciones.
Armado con el poder legendariamente antiestético de su voz, Zimmerman abre el fuego con un atronador blues, cuyos ejes son la guitarra y el bajo, que acompañan la narración sobre el panorama ensombrecido y confuso luego del 11-S. Thunder on the Mountain es un inventario de impresiones y reflexiones sobre blancos escurridizos: la sangre, el miedo, la incertidumbre, el olvido. Spirit in the Water es una canción que refleja, en tono nostálgico, los fantasmas que evoca el enamoramiento y la pasión, y sus enemigos implacables: la cotidianidad y la vida misma. Un piano, una batería, una armónica, un poco de jazz y de blues, acompañan el relato donde un hombre desea ver los ojos del pasado desde lo alto de una colina.
Rollin´ and Tumblin‘ es el ejercicio de reinvención de una canción originalmente creada por Muddy Waters en los años cincuenta, un viejo blues al que Dylan, en un acto de bandolero, le rescribe varias frases, logrando la originalidad de la copia. Beyond the Horizon es una típica canción de amor, un poco optimista, un poco desolada, algo ingenua. Ain´t Talkin´ es una canción sobre la soledad y sus misterios, que reafirma el interés de Dylan sobre individuos silenciosos que caminan solitarios al filo de la noche, un poco como hizo en Time Out of Mind (1997).
Dylan, el sabio, ha logrado una obra espléndida, que alimenta las paradojas de un autor que se niega a explicar su propia obra, y que se divierte o se aburre cuando sus críticos intentan descifrarlo. “Sólo escribo lo que puedo, que a veces no es mucho”, declara Dylan en No Direction Home (el documental de Scorsese). La música de las palabras es la brújula de toda su obra, y la fabricación de un sonido apropiado su obsesión. Modern Times es una pieza más del gigantesco rompecabezas dylaniano, un arte que, como afirmara Georges Perec, no es un juego solitario sino compartido, guiado por la intuición, el tanteo o las esperanzas.

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