Thursday, October 14, 2010

Némesis



Estación de paso

Némesis

Adrián Acosta Silva

Señales de humo, Radio U. de G., 14 de octubre de 2010


Némesis es la diosa griega de la venganza. Pero de manera coloquial, la palabra se utiliza para subrayar lo opuesto al comportamiento de un personaje y sus acciones, sus proyectos o sus ideas, como algo parecido al adversario o al enemigo. Y Némesis se titula justamente el libro más reciente de Philip Roth, el gran novelista norteamericano, a punto de salir de los hornos editoriales en los Estados Unidos. A sus 77 años, el autor de Pastoral Americana, Patrimonio o La humillación, lanza su libro número 31, justo cuando la tristeza, la soledad y la vejez le abrazan de manera inexorable, según suele afirmar el mismo desde hace tiempo.

En una entrevista concedida al reportero John Barber, y publicada en varios medios el pasado fin de semana (yo me baso en la que apareció en el diario de Vancouver The Globe and Mail el sábado pasado, 9/10/10), el gran escritor de origen judío nacido en Newark en 1933, ofrece un muestrario puntual de sus opiniones en torno a varios temas públicos y privados, literarios y extraliterarios, que dan cuenta de la mirada serena que ofrece uno de los mejores escritores norteamericanos de los últimos 50 años. En un tiempo de confusiones masivas, de fotografías alteradas y realidades trucadas, las palabras de Roth colocan en perspectiva un puñado de temas que cruzan el territorio de la realidad y la literatura americana para cruzar por varios campos de las preocupaciones vitales de distintas sociedades. A continuación, algunas de las frases entresacadas al azar de la entrevista citada, traducidas libremente por este opinador.


Sobre Portnoy´s Complaint (El Lamento de Portnoy), -una de sus primeras obras, de los años sesenta-, y sobre la fama, entonces y ahora:

“Todos criticaron mucho este libro. Si tu lo escribes como yo lo hice, es un libro sexualmente indiscreto, de un efecto distinto a cuando escribí Pastoral Americana. Yo no fui celebrado por Pastoral Americana, más bien fui notorio por aquel libro sucio, y ello significa un diferente tipo de atención”.

Sobre los recuerdos del fascismo:

“Yo no sé bien si nos hayan hablado así de niños, pero nazismo, fascismo era de lo que se hablaba en todas nuestras casas en los años treinta. Recuerdo a mi padre escuchar al Padre Coughlin, quien era un sacerdote fascista, antisemita de Detroit, y nunca vi a mi padre enojado cuando era niño.”

Sobre Dios: “Dios es una explicación banal para los misterios morales”

Sobre la polio, que es el fantasma central de su nueva novela: “Hablo de un caso en nuestro vecindario, o dos. Entonces el miedo era palpable. Y aprendimos que nada se podía hacer contra esta cosa. Era una educación silenciosa para niños pequeños. Podría dejarte lisiado. Era un silencio terrorífico”

Sobre la soledad:

“Me fui de esa tierra (Newark) con la certeza de no volver nunca. Pero regresé. Mis amigos están muertos. Ahora es difícil vivir ahí. Hay demasiada soledad en todo eso”.

Sobre si es posible o no escribir la Gran Novela Americana:

“No. Los grandes héroes viriles lo son a pesar de ellos. Tengo un gran respeto por Hemingway, pienso que es un gran escritor, pero él comenzó la competencia. Entonces Mailer se fue por ahí. Los tipos que fueron a la guerra escogieron eso en especial”.

Sobre la destrucción:

“Los hombres –todos los hombres- son atrapados por cataclismos y destruidos. Cada uno de ellos son destruidos”

Sobre los narradores:

“Existe un tipo de inteligencia entre los lectores y los acontecimientos que puedes colocar en una perspectiva moral. Mi “Marlow” (el narrador principal de Némesis), es como era Conrad Marlow, un personaje que se desvanece en el curso del relato. A veces ellos regresan y a veces no. Pero siempre están en la escena, tanto que no tienes que buscar una explicación y una exposición. Eso es bueno, esos caracteres. Es divertido tenerlos”.

Sobre el Premio Nobel 2010 de la literatura (antes de saber que se lo otorgaron a Mario Vargas Llosa):

“No me importa…He ganado suficientes premios, aunque podría tener una “duda feliz” si lo ganara”. ¿Pero luego qué? “Ir a Suecia, preparar un discurso, regresar a casa y de nuevo al trabajo”.

Yo agregaría una cita más, extraída de la carta nunca leída a sus amigos del narrador de Pastoral Americana, que ilumina bien la escritura brillante y contenida de Roth, relativa a la importancia de los detalles: “El detalle, la inmensidad del detalle, la fuerza del detalle, el peso del detalle, la riqueza inacabable de los detalles que les rodeaban en su joven vida, como los dos metros de tierra que se amontonarán sobre sus tumbas cuando estén muertos”.

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