Wednesday, September 14, 2011

Los demonios de la razón



Estación de paso
Los demonios de la razón
Adrián Acosta Silva
Señales de humo, Radio U. de G., 15 de septiembre de 2011.
Hace unos días tuve oportunidad de ver una película alemana, realizada en 2008, titulada La banda Baader-Meinhof. Dirigida por Uli Edel, la película relata la historia de la “Facción del Ejército Rojo”, una organización político-militar surgida en los turbulentos años setenta en Berlín. En el marco de la guerra fría, de las movilizaciones universitarias contra la guerra de Vietnam, bajo la poderosa influencia de la teorías de los focos guerrilleros en América Latina (inspirados por la Revolución cubana y las figuras emblemáticas de Fidel y del Che), y alimentada fuertemente por las tesis maoístas y el marxismo-leninismo como fuentes de interpretación de la realidad europea y mundial de esos años, un grupo de estudiantes deciden que la única forma de intervenir activamente en la solución de los problemas era la vía armada, creando guerrillas urbanas en varias ciudades alemanas.
El hecho es significativo y, en cierta manera, fascinante, pues revela los resortes psicológicos, políticos e ideológicos que intervienen en la decisión, finalmente terrible, de tomar las armas y desafiar el establishment. El paso de la inconformidad y el malestar por lo que se considera una injusticia, hacia la abierta rebeldía, y de ahí a la acción armada hasta la inmolación, supone la intervención de varios mecanismos que estructuran la lógica metálica de un grupo político que decide transformarse en una banda terrorista. La racionalidad fría y a la vez apasionada de las acciones de la banda Baader-Meinhof, se expresa en un discurso edificado sobre la base de la indignación moral y la rabia contra el capitalismo, el imperialismo y los políticos convencionales de la Alemania de los años setenta.
Con la música de fondo de rolas como Mi Generación, de los Who, la cinta expone los acontecimientos y sus actores principales, las tensiones que genera el terrorismo en la sociedad alemana de la época, el papel de los conflictos en el medio oriente y la sombra espesa de la guerra fría que se desarrolla en ambos lados del muro de Berlín. La radicalización de un líder estudiantil (Baader) y de una periodista que decide abrazar la causa revolucionaria (Meinhof), es el combustible principal del activismo de la banda; pero es un radicalismo inexplicable si no se hace referencia también a la reacción de fanáticos ultraderechistas contra los líderes estudiantiles, y la incapacidad del Estado alemán para ofrecer una respuesta a las exigencias de muchos universitarios.
Secuestros, bombas y asesinatos se convierten en el modus operandi de un grupo convencido de la justeza de sus causas, de sus medios y fines, cuyo desenlace, están seguros, será la Revolución, la construcción del hombre nuevo, el inicio de una nueva historia para la humanidad. Sin embargo, a la sombra de este discurso luminoso e incendiario, se esconde una historia secreta de tensiones, contradicciones y ansiedades entre los propios miembros de la banda, que terminará por enviar a sus principales líderes a la cárcel y, finalmente, al suicidio.
La historia de la banda Baader-Meinhof es el relato de una ruta de violencia y desencanto, de utopías trágicas y de cálculos errados, de efectos indeseables y perversos, contrarios a las intenciones y objetivos de la banda. Recuerda bien la célebre frase de Goya según la cual “el sueño de la razón engendra monstruos”, la racionalidad como fuente de construcción de los peores demonios imaginables, los monstruos de la razón. La Facción del Ejército Rojo, con la parafernalia de fusiles y cuchillos, banderas y emblemas, como la organización de una cadena de interpretaciones en las que se hacen indistinguibles las causas, el cálculo y las consecuencias de la acción, para encaminar a un grupo y a muchos de sus seguidores al desfiladero y a varios abismos existenciales, morales y mortales. Una historia triste, de lecciones imprecisas, y de consecuencias trágicas para sus actores y para muchos (inocentes) observadores del terror y sus espectáculos.

1 comment:

Julián Atilano said...

Excelente nota Dr. Acosta.