Thursday, June 18, 2015

Imágenes postelectorales jaliscienses


Estación de paso
De dramas, comedias, idolatrías y demás yerbas postelectorales jaliscienses
Adrián Acosta Silva

(Señales de humo, Radio U. de G., 18 de junio de 2015.)
Los nuevos equilibrios políticos que surgen de los resultados de las elecciones del 7 de junio en Jalisco, confirman tendencias históricas, provocan sorpresas de coyuntura y anticipan nuevas complejidades en la vida política local. Un inventario rápido permite identificar algunos rasgos básicos del paisaje después de la batalla electoral.
1. La historia se repite, como drama, como farsa y como comedia. Desde la alternancia política ocurrida en las elecciones de 1994, cuando el PAN desplazó al PRI de Palacio de Gobierno y de las oficinas de Casa Jalisco, las elecciones intermedias han sido el momento de la consolidación del gobierno dividido como el efecto del sistema electoral y del sistema de partidos en la gobernabilidad institucional. En esas elecciones, el partido del gobernador, el oficialismo en turno, pierde la mayoría calificada y absoluta del congreso estatal. 1997, 2003, 2009, 2015, son elecciones intermedias donde el oficialismo local (panista durante 18 años y ahora priista) pierde la mayoría absoluta y relativa del congreso, y hace más complicado tomar decisiones en la segunda parte del sexenio. Volvió a ocurrir. Sólo que el código binario de los últimos 20 años en Jalisco (PRI/PAN) se convirtió ahora en el código PRI/MC.
2. De la feria de las ilusiones al carnaval de las interpretaciones. Ganadores y perdedores se explican de manera diferente los acontecimientos y hechos que llevaron a los resultados. Narrativas encontradas, contradictorias, confusas, distintos relatos que enfatizan de manera diversa el triunfo casi heroico de los candidatos sobre el “sistema”, de las estructuras de los partidos sobre los candidatos, o de las personalidades de los candidatos como los factores del triunfo o del fracaso de los partidos. Hay que dejar que encuestólogos, politólogos, sociólogos, psicoanalistas y psiquiatras traten de explicar que ocurrió el 7 de junio.
3. El imperio de los idólatras. Hay un fenómeno relativamente nuevo en el vecindario público local y nacional. La experiencia de las candidaturas independientes rápidamente ha alimentado una nueva legión de idólatras, esos personajes y tribus que promueven imágenes heroicas, leyendas urbanas y con suerte nuevos mitos fundacionales. Aunque en Jalisco solamente se registró el triunfo de un candidato independiente en un distrito electoral, el tema se ha convertido en una señal en la oscuridad para muchos de los partidofóbicos que miran con recelo, molestia y algunos hasta con náusea toda forma de organización partidaria. El triunfo del joven Kumamoto opaca la derrota de un payaso y una periodista de notas callejeras. Junto con el expriista “Bronco” en Nuevo León, o el futbolista Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca, forman parte de esa colección de estampas que habitan el imaginario político independentista de los nuevos y viejos idólatras.
4. El refrendo de la legitimidad democrática. Con todo y las críticas, las crisis, las reservas y las amenazas a la capacidad del sistema electoral para encausar y resolver mediante el voto las preferencias de los ciudadanos, los comicios mostraron que el procedimiento electoral es un mecanismo, legítimo, representativo y eficaz para resolver la toma de decisiones colectivas. Miles de ciudadanos atendiendo las casillas electorales volvieron a mostrar el rostro imborrablemente cívico de la democracia mexicana. La participación electoral se mantuvo en casi el 47% respecto del padrón, una cifra igual o superior a la que muestran elecciones intermedias de muchas democracias consolidadas del mundo.
5. Gobernando la bestia incómoda de la pluralidad. La derrota escandalosa del priismo, el dramático desplome del panismo, el ascenso triunfal del emeceísmo (Movimiento Ciudadano), y la casi desaparición del perredismo jalisciense, colocan en una nueva perspectiva las piezas del ajedrez político local. El Gobernador Sandoval tiene frente a sí un escenario político en los cuales ni el imaginario “Plan A” (mantener mayoría en el congreso y dominada la Zona Metropolitana de Guadalajara), ni el “Plan B” (mantener el congreso, aunque se perdieran la capital del estado y algún otro municipio metropolitano) encuentran viabilidad. Para los ganadores, el escenario es uno que nunca, ni en sus mejores sueños, imaginaron. Para ambos, sin embargo, el regreso de la política en el contexto del pluralismo democrático realmente existente, de la negociación de acuerdos y la gestión de los conflictos, obligarán a usar las máscaras de temporada, a dar vuelta a la página y esperar con paciencia, nuevamente, la llegada del nuevo ciclo electoral del fin del sexenio.



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